Estamos a casi ocho días de que por primera vez en la historia de nuestro país, el pueblo de México elegirá directamente a quienes integrarán la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como a jueces y magistrados. Se trata de una decisión trascendental, porque no es solo una reforma al Poder Judicial, sino una redefinición del vínculo entre ciudadanía y justicia.
A diferencia de otras elecciones, este proceso no será sencillo. No se trata de elegir entre propuestas políticas o promesas de campaña, sino de decidir quiénes tendrán la facultad de interpretación de la Constitución y la aplicación de las leyes. Son personas que resolverán controversias fundamentales, muchas de ellas con impacto directo en los derechos, las libertades y el futuro institucional del país.
Por eso elegir bien implica conocer las trayectorias de cada candidata o candidato, entender sus principios, valorar su integridad ética y analizar sus posturas jurídicas. No es una decisión simple, pero sí profundamente significativa.
Pero la dificultad no debe ser excusa para la indiferencia. Al contrario: precisamente porque se trata de una decisión compleja, es que debemos asumirla con mayor responsabilidad.
Este momento nos exige salir del desinterés, buscar información confiable, contrastar opiniones y dialogar abiertamente con otras personas. Solo así podremos ejercer un voto verdaderamente libre, informado y responsable, no guiado por la improvisación o el desánimo.
Los desafíos son reales. El riesgo de la simplificación, de la manipulación mediática o del oportunismo político está presente. Pero si aspiramos a ser un mejor país, debemos enfrentarlos. Construir una democracia más justa implica también asumir la complejidad de sus decisiones, no huir por más difícil que sea la situación.
Este proceso puede ser una oportunidad para abrir el Poder Judicial al escrutinio público, para democratizar su funcionamiento y exigir mayor cercanía, transparencia y compromiso social.
Participar es el primer paso. No votar es renunciar. Será difícil. Pero no hay camino hacia la justicia que no lo sea.