Esbozo de guion para una distopía política galáctica:
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana, llegó mediante votación popular al poder un magnate demagogo entrado en años, representante del lado oscuro de la fuerza, que había saltado a la fama como celebridad televisiva a través de un reality show en donde los concursantes peleaban por el privilegio de trabajar para él, e iban siendo eliminados al grito de “¡Estás despedido!”, transmitido en cadena planetaria. El magnate gobernó al imperio durante cuatro años con una retórica donde exaltaba a su raza y demonizaba a los inmigrantes ilegales de otros planetas, quienes arriesgaban la vida para ir al suyo a trabajar en condiciones muy precarias, envuelto en interminables escándalos financieros y sexuales.
Hasta que apareció para hacerle frente un anciano que se consideraba representante del lado bueno de la fuerza, aunque en realidad a esas alturas de la historia del imperio en cuestión, la diferencia entre el lado oscuro y el bueno de la fuerza eran mucho más de forma que de fondo. En los hechos las políticas eran bastante similares y el imperio vivía en guerra perpetua contra este u otro enemigo, gobernara quien gobernara. De todos modos, el anciano benevolente logró derrotar electoralmente al magnate malvado, y éste se negó a aceptar su derrota, alentando a sus seguidores a tomar en represalia el palacio legislativo con violencia. Se produjeron disturbios en donde algunos de los seguidores del magnate iban disfrazados con pieles y cuernos de búfalo, dejando un saldo de cinco muertos.
El anciano benevolente quedó a cargo del imperio por los siguientes cuatro años, mismos en los que el magnate malvado enfrentó más de cincuenta procesos legales y fue condenado por un pago de campaña ilegal a una actriz porno, con la que años antes sostuviera una relación extramarital, para comprar su silencio. Así que durante los cuatro años de la presidencia imperial del anciano benevolente, el magnate malvado juró venganza, mientras hacía malabares legales para enfrentar sus múltiples procesos. La popularidad del anciano benevolente fue en picada y cuando llegó un nuevo ciclo electoral, las encuestas de opinión lo mostraban muy parejo con el magnate malvado, nuevamente el candidato elegido por unanimidad por el partido que representaba al lado oscuro de la fuerza.
Hasta que se produjo un fatídico debate electoral, donde el anciano benevolente confirmó lo que era un secreto a voces: que presentaba un pronunciado deterioro cognitivo propio de la edad, y en cadena planetaria pronunció incoherencias y susurraba frases incomprensibles, con lo cual se encendieron las alarmas en el partido del lado bueno de la fuerza, pues claramente su candidato no estaba a la altura del desafío. Sin embargo, el anciano benevolente se aferró a su candidatura, abriendo el camino para la vuelta del magnate a la presidencia imperial. Y en esas tribulaciones se encontraba el imperio cuando en un mitin electoral del magnate malvado se produjo un intento de asesinato en el que un joven de veinte años le disparó con un rifle, hiriéndolo de bala en una oreja, siendo el atacante a su vez asesinado instantes después por miembros del servicio secreto imperial. La imagen del magnate ensangrentado, agitando el puño al aire mientras era escoltado fuera de su mitin le daría la vuelta a la galaxia.
Con el intento de asesinato el magnate malvado consolidó su candidatura y con ello el lado oscuro de la fuerza regresó a la presidencia del imperio. Y sus habitantes continuaron viviendo a su muy particular modo por los siglos de los siglos, amén.