El cúmulo de registros que se dio en Morena Hidalgo los últimos tres días para la candidatura a la elección de gobernador tiene un trasfondo operativo y completamente político.
Y es que pareciera de entrada que Alí Babá se hizo presente en Hidalgo, pero la realidad, dicen, supera toda historia de literatura y ficción.
A petición de las dirigencias nacional y estatal, muchos se inscribieron con el propósito de conformar equipos de trabajo rumbo a la campaña. Una de las más duras y competidas que afirman que está por venir en 2022.
Más que empantanar, aunque parezca que algunos o varios sí lo hacen, el registro de personajes como los ligados al Grupo Universidad, el Grupo Tula, los del Congreso del estado, los senadores y hasta los más desconocidos, es un preámbulo de la fuerza operativa que en teoría habrá en los municipios y regiones.
Al final, todos saben que habrá cuatro postulaciones para la encuesta, dos hombres y dos mujeres, de los cuales saldrá y no precisamente en la tómbola, el o la designada.
De cómo se muevan en los siguientes días las cosas con el tema de la guerra sucia entre los propios aspirantes, depende parte de su futuro inmediato ante los representantes del partido. El caso es que el Consejo Estatal y el CEN, coinciden en que cuentan con una buena base de personajes para trabajar un mismo proyecto para el siguiente año. Sin embargo, no todo está dicho, ni es miel sobre hojuelas. Faltan los clásicos episodios de indisciplinas, las traiciones que casi no se dan en política, las negociaciones, la pelea por recursos y la alineación a un plan de trabajo.
Veremos si la apuesta morenista rinde frutos en unas cuantas semanas o si todo está predestinado para una fractura que lleve a los hoy punteros del gozo al pozo.
Eduardo González
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