Que lo que comenzó como un gesto de cortesía política entre Samuel García y Pablo Lemus está evolucionando hacia una alianza estratégica. Primero fue el gobernador de Nuevo León quien cruzó fronteras para respaldar el primer informe de Lemus en Jalisco. Ahora, una delegación jalisciense de peso -encabezada por el propio Lemus y respaldada por diputados locales, federales y alcaldes- devolvió el gesto con creces en el cuarto informe de Samuel García. Este acercamiento trasciende la anécdota protocolaria: durante su informe, García destacó avances concretos en la colaboración interestatal, especialmente en desarrollo económico y la coordinación de cara al Mundial 2026. Esto sugiere que los viajes y las fotos compartidas están cimentando una agenda común. Dos entidades tradicionalmente percibidas como competidoras están encontrando más valor en la colaboración que en la rivalidad.
Que el informe de la diputada Itzul Barrera dejó más claro que nunca el complejo mapa de alianzas que Morena debe tejer en Jalisco para subsistir. Aunque se cobijó de su madrina política, la senadora Andrea Chávez, la verdadera narrativa la escribieron los invitados y los ausentes. Lo previsible: el respaldo de alcaldes morenistas como La Nena Farías, de El Salto. Lo significativo: la presencia del presidente municipal de Puerto Vallarta, Luis Munguía, del PVEM. Este dato crucial. En un estado donde el Verde es antagonista de Morena, su aparición en un evento morenista revela pragmáticas alianzas que trascienden las directrices estatales de sus partidos. Las ausencias hablaron igual de fuerte: ni Adán Augusto ni Carlos Lomelí estuvieron.
Que la reciente reunión del INE para evaluar elecciones pasadas y planificar las futuras es un ejercicio valioso, pero la ciudadanía tiene derecho a preguntarse: ¿esto en qué me beneficia a mí? Del lado positivo: Una mejor organización electoral significa menos contratiempos el día de la votación: mesas más rápidas, listas actualizadas y personal mejor capacitado para resolver dudas. Lo que debe vigilarse: que la planeación no se quede en diagnósticos internos, sino que se traduzca en mejoras tangibles: desde una logística impecable hasta una comunicación clara y accesible para todos los votantes.