Que es indignante que, ante el cobarde asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, surjan burlas en lugar de solidaridad. Las declaraciones del morenista Alberto Tejeda, riéndose -a través de su cuenta de X que después cerró- del dolor y llamando “narquillo muerto” a una víctima son una muestra de la peor clase política: falta de empatía, decoro y humanidad. Burlarse de una tragedia así no es solo insensible; es vulgar, normaliza la violencia y ofende a las víctimas y a toda la sociedad. Este tipo de actitudes debería ser condenado, rechazado de forma unánime y contundente. La burla en la tragedia acerca lo peor de nosotros; la solidaridad, lo mejor.
Que el pasado viernes, el Congreso de Jalisco vivió una serie de descoordinaciones... o ¿exceso de protagonismo?... que alteraron el calendario legislativo previsto. Existía un acuerdo entre los grupos parlamentarios para que la entrega del paquete presupuestal se realizara a las 4:30 de la tarde, después de una sesión solemne. Sin embargo, desde el gobierno estatal se convocó a las 11 de la mañana para la entrega de su informe. Así que a esa hora y aun sin invitación se presentaron los coordinadores parlamentarios, pero ¡oh sorpresa! El secretario de Gobierno, Salvador Zamora, y Luis García, titular de Hacienda, aparecieron hasta las 12 horas para hacer la entrega formal. Este movimiento hizo que el evento presupuestal se llevara a cabo sin la presencia de los coordinadores parlamentarios, quienes volvieron a su sesión, quedando fuera de la fotografía oficial un momento que, por acuerdo previo, estaba planeado para ser un acto incluyente con todas las fuerzas políticas. Ni cómo ayudar a limar asperezas.
Que este fin de semana, las futuristas Cybertrucks de Tesla de la Secretaría de Seguridad de Jalisco se pasearon por los paisajes de Mazamitla para ser exhibidas. Los jaliscienses y turistas posaron para la foto y los elementos policiales hicieron su propio papel: disfrazados de Catrinas y Parcas, completando una puesta en escena que bien podría ser una alegoría de la seguridad pública: más enfocada en las apariencias y el teatro. Hay un detalle que no pasa desapercibido: al menos “esta vez no se poncharon”.