
La crisis por covid-19 es un asunto de derechos humanos, uno de los más globales y urgentes que hemos visto. Esta es una lucha de toda la humanidad, por el derecho a la vida y por el derecho a la salud de todas las personas.
“La dignidad inherente y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, son algunas de las palabras iniciales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos son ahora los principios que impulsan los esfuerzos de los gobiernos, los organismos internacionales, las comunidades, las familias y las personas en todo el mundo. Sobre todo, motivan el trabajo del personal de atención médica y de primera línea, quienes se ponen en riesgo todos los días para salvarnos.
Nunca la población mundial compartió la necesidad de trabajar unida por el interés común. Nuestra dependencia mutua como familia humana nunca había sido tan clara. Rara vez, si alguna vez lo fue, la cooperación y la solidaridad internacional fueron tan importantes.
La cooperación internacional ya no es algo que deberían hacer los gobiernos y organismos oficiales, ahora pertenece al pueblo. Todos estamos unidos en una empresa común, más allá de las fronteras y de los continentes, porque este virus mortal no respeta límites ni distinciones. Nuestra mejor oportunidad de supervivencia y recuperación es luchar juntos contra el coronavirus.
Proteger y preservar la vida es el principal propósito de esta lucha. Sin el derecho a la vida es imposible ejercer otros derechos. Para proteger la vida, debemos reivindicar el derecho a la salud. Éste, a su vez, depende no solo del acceso a la atención médica, sino también del derecho al agua potable y al saneamiento, a una nutrición adecuada y a un entorno seguro y saludable.
También requiere acceso a la información, para que las personas puedan proteger su propia salud y la de los demás. Y en esta crisis sanitaria, que requiere una respuesta colectiva y la cooperación de todos, el respeto a la sociedad civil es más importante que nunca. Todos los derechos humanos son interdependientes e indivisibles y deben ser coherentes con nuestra respuesta a la crisis. Los derechos humanos están en el centro de la batalla contra el covid-19.
Es por ello que la Unión Europea (UE) está trabajando estrechamente con Naciones Unidas, con otras organizaciones internacionales y con países alrededor del mundo, en un esfuerzo global para superar el virus y todas sus consecuencias.
El 8 de abril, la UE anunció una respuesta global sólida y específica de más de 20 mil millones de euros procedentes de recursos de acción exterior existentes para apoyar los esfuerzos de los países socios en su lucha contra la pandemia. Este paquete “Equipo Europa” combina recursos de la UE, sus Estados miembros e instituciones financieras, en particular el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.
Reconocemos que hay muchas personas a quienes esta crisis, y las medidas tomadas para abordarla, añadirán riesgos aún mayores a su ya frágil existencia: los refugiados, los desplazados, las personas sin hogar y las minorías que ya eran víctimas de discriminación; los niños que están siendo abusados o maltratados; las mujeres sometidas a violencia sexual o doméstica; los pueblos indígenas marginados; las personas con discapacidad; las personas mayores y los pobres que corren el riesgo de sufrir las consecuencias económicas. Nadie debe quedarse atrás y ningún derecho humano debe ser ignorado.
La UE ha expresado su apoyo y ha actuado en relación con el llamado de la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet, para tomar medidas especiales con respecto a los presos y otras personas en centros de detención e instalaciones cerradas.
Apoyamos firmemente el llamado del Secretario General de la ONU a que todos los actores armados en el mundo cesen el fuego y a una respuesta humanitaria coordinada. Continuaremos desempeñando nuestra parte en el esfuerzo global.
Sabemos que muchos gobiernos ya han dado pasos y han tomado medidas de emergencia en respuesta a la crisis. Creemos que estas medidas deberán aplicarse solo a esta crisis, estar limitadas en el tiempo y ser proporcionales a lo que sea absolutamente necesario. Esta crisis no deberá convertirse en una excusa para aumentar las medidas represivas, debilitar los controles y equilibrios democráticos o diluir el Estado de derecho. Tampoco deben explotarse los temores sobre el covid-19 para difundir desinformación o reacciones racistas y xenófobas.
Este es un momento para la solidaridad y para que los derechos humanos estén en el centro de nuestros esfuerzos. Desde que comenzó la crisis, hemos visto millones de actos de bondad y de emotiva solidaridad en todo el mundo. El espíritu indomable de la humanidad está mostrando su gran generosidad. Nuestra familia humana mundial superará estos terribles días y el mundo distinto del que emergeremos será mucho mejor gracias al cuidado y la compasión que mostramos hoy. No desperdiciemos ese futuro, no cedamos ante el miedo o a nuestras más bajas inclinaciones. No olvidemos que los derechos humanos definen nuestra propia humanidad.
* Eamon Gilmore es Representante Especial de la Unión Europea para los Derechos Humanos