Comienza la etapa final del sexenio y desgraciadamente será de mayor pobreza, violencia, encono y devastación.
Sus primeros cinco años están marcados por la mentira, la traición, la incompetencia, la corrupción desbordada, las violaciones insolentes a nuestras leyes, la violencia impune y la afanosa tarea de agredir y destruir instituciones; y lo peor está por venir mientras dure esta pesadilla.
El proceder cavernícola de los cuatroteros en el Congreso federal es sólo una prueba de la creciente depravación de la política, y evidencia la orden recibida: “ustedes destruyan, que las iniciativas se las mando yo”.
Esa conducta criminal y finalmente suicida corresponde a un gobierno fracasado y en fuga, incapaz para responder ante el desastre educativo, el aumento de la miseria, la mayor desigualdad y el encono social; porque no puede ocultar el dolor y la muerte de cientos de miles de mexicanos a causa de la inhumana destrucción de los servicios de salud; por su claudicación ante el crimen organizado y el Niágara de sangre en todo el país; porque ha ocasionado el desprestigio de México ante el mundo… Y la lista es interminable, sin olvidar a miles de mujeres, jóvenes y niños ultrajados impunemente y con inaudita sevicia.
La desaparición del Seguro Popular al inicio de este sexenio, así como la muerte súbita del Insabi, anunciada ahora, demuestran de manera palmaria hasta dónde puede llegar la perversidad soberana cuando además es idiota.
Mire usted, ni siquiera para nombrar a ese bodrio, supuestamente creado para sustituir al Seguro Popular, respetaron la gramática: lo bautizaron como “Instituto de Salud para el Bienestar”, cuando todos los institutos de salud son, por su naturaleza, para procurar bienestar.
Ahora, los pleonásticos (burros, asnos y jumentos) anuncian la desaparición fulminante del tal Insabi, porque les urge tratar de ocultar el multimillonario desfalco causado al erario, y los nefastos resultados en su corta vida de tres años y cuatro meses.
Por la monumental derrota personal y de su gobierno, Tartufo va en fuga desesperada, cada día más bilioso, resentido y destructor, siguiendo el dicho de los criminales: “da igual preso por mil, que preso por mil quinientos”.
¿Cuál es el deber de los ciudadanos? Resistir hasta el último momento y organizarnos para emprender la reconstrucción nacional. No sólo quien atropella es de culpar, sino también quienes, por cobardes, se dejan atropellar.
PD. Una buena noticia: según el parte oficial, Tartufo “goza de cabal salud y se halla en franca recuperación”. (?) Si goza de cabal salud, no sabemos de qué se estará recuperando (ojalá sea de la mente) pero es afortunado al recibir atención de excelencia como debe de ser: con los mejores médicos, los equipos más modernos y las medicinas requeridas; sí, como en Dinamarca.