Política

Reduccionismo idiota y perverso

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Este parricidio político viene de lejos, pero las recientes injurias proferidas por López Obrador en contra de Cuauhtémoc Cárdenas constituyen una infamia superlativa por dos razones: la primera, por ser tan injustas como aberrantes; y la segunda, porque entrañan la reiteración de un proceder ingrato. Nadie puede imaginar la trayectoria política del inquilino de Palacio Nacional sin la confianza y el decidido apoyo prodigados en su beneficio, durante muchos años, por el ingeniero Cárdenas. En todo caso, lo criticable a Cárdenas será el haber considerado a su hijo putativo un hombre mentalmente sano, un demócrata, cuando siempre ha dado pruebas de lo contrario. El resentimiento, el odio y la ingratitud están en su naturaleza; los principios y valores por los cuales decía luchar durante décadas y con singular enjundia los ha traicionado socarronamente día con día, y ahora, como gobernante, lo hace con absoluto cinismo, como al espetar: “a mí no me salgan con el cuento de que la ley es la ley”. ¡Sublime himno a la barbarie!

Por otra parte, al ser Cárdenas un referente para millones de mexicanos está obligado a especificar qué “consideraciones de carácter político” lo llevaron a no seguir participando en ese proyecto. De esa manera eliminará las especulaciones (ya en curso) nada favorables para su historia.

Yo no fui invitado a participar en ese esfuerzo cívico y plural denominado “Mexicolectivo” o “Punto de partida”, lo cual agradezco muy cumplidamente porque mi confrontación con Tartufo (la cual mantendré sin dar ni pedir cuartel mientras este alevoso siga injuriando a los gobernados) no ayudaría a los propósitos expresados por el referido grupo de ciudadanos.

Sin embargo y por supuesto, desde mi trinchera apoyaré ese esfuerzo y todos cuantos sean en pro de la civilidad política, del respeto a la rica pluralidad nacional, de la búsqueda de concordia y de la vigencia del Estado de derecho, pero no debemos dejar al depredador de México suelto, desbocado y sin responderle a sus agresiones. “Estar con el pueblo o con la oligarquía” es un reduccionismo idiota y perverso.

Ahora bien, cuando llegamos a la parte final de nuestra vida  (Cuauhtémoc frisa los 89 años de edad) debemos promover con la mayor generosidad espacios de realización y participación a las nuevas generaciones. Eso se halla en “Punto de partida”, en “Mexicolectivo”. Los integrantes de ese colectivo abren espacios de participación a la sociedad, pero los de larga trayectoria se ven conscientes del sabio y antiguo proverbio:

“Nunca seas donde antes fuiste y ya no podrás seguir siendo”.

Si México reclama a todos sus hijos actuar con auténtica generosidad para superar las desventuras nacionales, mayor celo en ello debemos poner los viejos, porque un buen final honrará nuestro legado.

Diego Fernández de Cevallos

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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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