Dos precisiones obligadas:
1) Son fuertes las razones del diputado Porfirio Muñoz Ledo para condenar enérgicamente la política migratoria gubernamental.
Los irresponsables llamados del presidente López Obrador para que vinieran de todo el mundo a recibir de su dios casa, vestido, sustento y auxilios necesarios para el último momento fueron sustituidos por el muro inhumano que le ordenó Trump. El gobierno ha sido incapaz de conciliar la legalidad en la inmigración con el trato humanitario a miles de desesperados y hambrientos.
2) Es nauseabunda la sumisión de la mayoría de MORENOS frente a su dueño y señor. Imposible esperar de ellos otro proceder puesto que ese partido (?) es guarida de saltarines y de viejos priistas, empezando por el hoy Presidente que en sus mocedades hizo un himno al PRI.
Ahora me referiré al reciente zipizape en la Comisión Permanente del Congreso Federal.
Los hechos:
1) Tenía lugar la incomparecencia de la señora Piedra (montada delincuencialmente en el Código Penal ostentando la presidencia de la CNDH sin reunir los requisitos de ley). Fue incomparecencia porque la referida señora, como una piedra, no respondió pregunta alguna de los legisladores.
2) En esa estaban cuando el diputado Muñoz Ledo, sin haberse registrado como orador en el orden del día, solicitó a la presidente de la mencionada Comisión le permitiera el uso de la palabra, ella consultó a la asamblea y el voto de los morenistas y adláteres (todos sus “compañeros”) se la negaron. ¡Ardió Troya!
3) Si el solicitante hubiera sido el diputado Juan Lanas o el senador Pito Pérez todos habrían considerado el trámite como normal en la vida parlamentaria. No se violaron la ley ni el reglamento. Que los morenistas cobijaron con su negativa la política migratoria de su dueño y señor, no hay duda, pero ese es otro tema; aquí me refiero a la reacción del silenciado.
Lo imperdonable fue la osadía de rechazar el deseo de quien se sabe grande, heroico, ilustre, escritor, orador, diplomático, jurista, literato, académico, maestro, guía, líder, periodista, estadista, filólogo y mucho más. Se sintió agraviado a tal grado el cien veces perínclito Muñoz Ledo que, incapaz de quedar impertérrito, con enojo y desilusión, exclamó: “MORENA ya salió de mi corazón”.
Quedó claro que no se considera par entre sus pares; comprobamos la reminiscencia de las “vacas sagradas”.
Si, como dijo el hoy ofendido, quería que la señora Piedra y la Comisión vieran un video que exhibe a elementos de la Guardia Nacional maltratando migrantes, pues con hacérselos llegar todo quedaría razonablemente superado.
Pero prevaleció el YO; sentirse ultrajado fue su reacción natural. Comer y beber siempre de la política hace daño.
Si el diputado logra un final alejado de vanidades, honrará su tan ajetreada existencia.