Política

De aquellos hombrecillos a la tecnología de hoy

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Hace apenas medio siglo existían unos hombrecillos, generalmente enjutos y con la nariz tan larga como afilada; con sombreritos de ala corta y caída, y su inseparable lupa en la bolsa de una gabardina que les llegaba a las pantorrillas; sus gafas obscuras ocultaban la dirección de sus penetrantes miradas; les era imprescindible una pequeña agenda que día con día acumulaba anotaciones crípticas y solo para ellos. Prestaban “importantísimos” servicios a sus gobiernos en tiempo de guerra y de paz, y descubrían crímenes y conspiraciones. Integraban las policías secretas, las agencias investigadoras de todo lo investigable y a veces simplemente pertenecían al fantástico y fascinante universo de los espías, especímenes errantes esparcidos en el mundo.

Su éxito dependía del sigilo y astucia para involucrarse y cohabitar en los sótanos del bajo mundo. Las tareas estrictamente policíacas no tenían —ni tienen— claros linderos fácticos con el espionaje político, militar, comercial o de cualquier índole.

Cincuenta años después, esas tareas continúan en la misma mezcolanza, pero los hombrecitos (y sus adminículos) han sido desplazados por la moderna tecnología, que, sin ser vista ni oída, traspasa en tiempo real todos los espacios y lugares, así sean los más íntimos y protegidos por gobiernos y personas.

En ocasiones esa actividad es tan sucia que, por asociación de ideas, recuerda el viejo adagio de: “negocio de puercos, puerco negocio”.

Veamos, por ejemplo, la persecución de la DEA contra el general Cienfuegos:

1) ¡Vaya cinismo el de aquellos que, después de violar el convenio entre ambos países (por no informar al nuestro sobre sus pesquisas), ahora acusan a México de violarlo al difundir el expediente que ellos enviaron!

2) Si es verdad que ese expediente es inocuo, porque la DEA, desconfiada, “se reservó pruebas contundentes” (¿?), no sorprende lo decretado por la Fiscalía, pues la Constitución prohíbe la pesquisa para incoar procesos penales.

3) El regreso del ex secretario no pudo implicar el compromiso de vincularlo a proceso, sino que la Fiscalía determinara, conforme a nuestras leyes, el valor probatorio de lo declarado allá por delincuentes y de las intercepciones telefónicas —en las que jamás se escucha la voz del militar— y resolver si alcanzan el estándar probatorio que exige la ley para el inicio de un proceso judicial.

La autoridad mexicana, al no hallar en el referido expediente nada mínimamente relevante o creíble contra Cienfuegos, ni inconsistencias en su patrimonio, cumplió con el deber de decretar el no ejercicio de la acción penal. Ir más allá hubiera sido pesquisar  ilegalmente.

En este asunto, de impacto mundial, la actividad mediática de la Fiscalía, y la tarea diplomática a cargo de la cancillería, serán de suma importancia para México.

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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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