Estas líneas son un homenaje a todas esas personas que en algún momento de su vida han sido heridas en su interior y son una invitación para ellas a la resiliencia.
No puedo dejar de pensar mientras escribo estas líneas en nuestras hermanas y hermanos de Acapulco y de todos los municipios aledaños que fueron heridos por el Huracán Otis en días recientes. Mucha resiliencia y todo nuestro apoyo para ellos. Acapulco resurgirá más hermoso que nunca, gracias y sólo gracias a su gente y a la sociedad civil organizada.
Qué hermosas y valiosas son las perlas. ¿No crees? ¿Alguna vez te has preguntado cómo surgen éstas blanquecinas joyas que adornan la belleza de una mujer, ya sea en un collar o en unos hermosos aretes?
Debes saber que todas las perlas de la vida, así como las personas verdaderamente valiosas son producto del dolor y aparecen cuando más las necesitas. Y que el dolor no tiene nada de malo cuando de Dios y de la naturaleza vienen, si es que lo sabemos resignificar y aprovechar.
Toda perla es consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas... En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra y la lastima, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla.
La vida, queridos lectores, es una “Divina Comedia” que a veces es tragedia y a veces comedia, pero que si nos lo proponemos y queremos, la podemos convertir en hazaña y en epopeya.
¿Será que a los mexicanos nos gusta ser más ostra herida qué perla preciosa, nos gusta más la telenovela y el drama que la epopeya y la hazaña?
¿Te has sentido alguna vez herido por las palabras, o actitudes de alguien cercano a ti? ¿Has sido acusado de decir cosas que nunca has dicho? ¿Te han rechazado en tu familia o en el trabajo? ¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas? ¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste? ¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas?
Entonces, perdona y haz de tu herida una perla y de tu telenovela una hazaña.

Resignificar tu vida significa recubrir tus heridas con varias capas de amor y recordar que cuanto más cubierta esté tu herida, el dolor te ira transformando en pasión y en belleza.
Por el contrario, si te sigues victimizando y re-victimizando, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.
En nuestra sociedad, podemos ver muchas "ostras vacías”, caparazones preciosos sin contenido en su interior. Y vemos sociedades liquidadas y gente vacía, no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla. Una perla es una herida sanada por el amor.
Pero entiende que sanar las heridas no significa pagar un “simple coaching de vida”, hacerse reiki, colocarse cristales, abrirse registros y constelar familiarmente.
Sanar tampoco es leerse el Tarot, tomar flores de Bach, usar un péndulo, leerte un huevo, hacerte limpias con hierbas, etc... Sanar no es sólo armonizarse.
Sanar es conocerte a ti misma, a ti mismo y significa HACERTE CARGO.
Sanar es un proceso consciente que lleva tiempo, amor, consciencia y conciencia. Sanar es un proceso resiliente que requiere el valor de reconocer que esa ostra está herida porque yo lo permití, y significa también reconocer que esto no es para cualquiera, es solo para valientes y corajudos que se animan a adentrarse al interior de uno mismo, a las partes más oscuras de su ser para iluminarlas.
Sanar es profundo e intenso, y conlleva mucha energía, mucho tiempo, paciencia y escucha. Sanar es batallar a muerte con tu ego que se resistirá a los cambios. Sanar es sangrar, supurar, doler, comprender, perdonar, perdonarse y al fin soltar…
Sanar es pasar por sucesivos estados de enojo, de tristeza, de necesidad de soledad y silencio.
Hoy estaba caminando en un centro comercial y de repente se escuchó un ruido de cosas rompiéndose. Cuando entré al pasillo donde miraban todos, vi una escena triste: Una señora había golpeado con el carrito el estante de cristalería. La señora arrodillada y desesperada juntaba los pedazos de vidrio y sollozaba en voz alta diciendo: ¿cómo pagaré todo esto?
Entonces vino un joven, se arrodilló junto a ella y le dijo:
- Déjelo Señora, que los chicos de limpieza lo junten. Vaya al hospital para que le vean esa herida en su mano. Ella lo miró, avergonzada y dijo:
- No. Tengo que juntar eso para pagar.
El joven dijo:
-Tranquila! Tenemos seguro para ese tipo de pérdida, y no tiene que pagar nada. ¡Vaya!
Dios no causa las heridas, ni los huracanes, ni provoca a la gente a que lastime a los demás. Dios permite esas heridas y platos rotos para darnos grandes aprendizajes. Él levantará los pedazos de tu corazón por los golpes que te ha dado la vida, te curará toda herida y te aseguro que tus errores serán perdonados.
Hay un seguro llamado Amor, que cuando reconoces que te equivocaste y lo aceptas, el gerente de la existencia del universo te dirá:
¡Ya todo está pagado!
¡Vete en Paz, has sanado!