Los criterios materialistas de nuestro tiempo han cosificado a las personas y estamos esperando a que salga alguien al encuentro de nosotros y nos rescate como si fuéramos un postre o una joya en la vitrina de las redes sociales.
Las personas que vemos más felices son las que hacen que las cosas sucedan y salen al encuentro de los demás. Son proctivas del amor.
El problema del amor y la amistad en estos tiempos es un problema de valores, jerarquías y prioridades.
Así podríamos describir la profunda crisis humanista que estamos viviendo: “Las personas fuimos creadas para ser amadas y las cosas para ser utilizadas. El problema es que cada vez amamos más las cosas y usamos más a las personas”.
Amar es un arte donde dos personas conscientes de sus virtudes y también de sus defectos están dispuestos a conocerse, respetarse, cuidarse y crecer juntos.
Quién quiere poseer amor o a una persona de manera obsesiva es porque su ego es tan grande que se coloca así mismo como sujeto y objeto pasivo del amor. Espera a ser amado por ser, sin hacer y merecer absolutamente nada.
Cuántas veces no hemos escuchado por allí en radio pasillo que no hay que dar “ni todo el amor, ni todo el dinero; cuántas veces no hemos oído decir aquello de “no demuestres interés, déjalo que é o ella te busque” como si esto del amor que nos preocupa tanto es seguramente en lo que más fracasa la especie humana. Hemos puesto un pie sobre la luna pero nos cuesta trabajo cruzar la calle para ayudar a nuestro vecino. Nos cuesta pedir perdón.
Cuando amamos; el amor no disminuye en nosotros, todo lo contrario, se ensancha y crece aún y cuando no recibamos aquello que esperamos.
En Israel, cerca del Lago de Galilea, en un lugar llamado Tabgha, encuentras una pequeña Iglesia del siglo primero donde la tradición cristiana cuenta que Cristo multiplicó los panes y los peces dando de comer a una inmensa multitud.
Allí encontré la frase que ha sido mievangelio en todos estos años: “El amor es como cinco panes y dos peces, siempre es muy poco hasta que lo empiezas a dar a los demás”
El milagro de la multiplicación es que en medio de una multitud hambrienta que estaba en despoblado un muchacho generoso que tenía un cesto con cinco panes y dos peces, se percató que había una necesidad presto se dispuso a entregar a Jesús lo poco y todo lo que tenía. La historia se cuenta sola, se saciaron todos y sobraron doce canastos. Albert Einstein escribe a su hija explicando el amor como la fuerza cósmica que controla todas las demás fuerzas. Muchos han desmentido que Einstein la escribió; pero el contenido es invaluable.
A continuación pongo un extracto: “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR. El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe.
El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela.
Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor”.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
El amor y la amistad son como una bomba atómica que tiene una energía que espera a ser liberada por nosotros para irradiar al mundo; pero nos da miedo vaciarnos.
A menudo, debido a carencias y heridas personales nos equivocamos al juzgar y elegir los amores de nuestra vida.
Escucho con relativa frecuencia decir que “todos los hombres son iguales”; o esa frase tan seguida de “era mi amigo y me traicionó”.
¿Te has puesto a pensar que no te traicionó ningún amigo sino que tú lo elegiste mal y no era tu amigo?
¿Has pensado que todos los hombres no somos iguales y que tal vez seas tú la que no ha trabajado un tema por allí repitiendo el mismo patrón?
Lo que pasa es que es frecuente fracasamos en temas de elección de amor y de amistad y siempre será más fácil culpar a otros en lugar de responsabilizarnos de nuestras decisiones.
Seneca decía: “Creo que deberías poder hablar sobre cualquier cosa con un amigo. Pero sobretodo debes poder hablar acerca de él mismo. Una vez habéis establecido vuestra amistad, debéis confiar el uno en el otro. Pero antes de establecer esta amistad, debes juzgarla”.
Este conocimiento sobre mí y sobre el otro, no es otra cosa que el tiempo de reflexión que se requiere para construir relaciones maduras y duraderas.
Los amigos y las parejas en definitiva son como los buenos vinos; el tiempo los mejora y si elegiste mal los avinagra.
Una vez que ha pasado ese tiempo de reflexión y madurez acoge a tus amigos y a tus seres queridos como el tesoro más valioso que hayas encontrado. Los amigos son leales por definición, con ellos las alegrías se multiplican y las tristezas se dividen. No por nada decimos que son la familia que escogemos.
Continua diciendo Séneca: “En cuanto a ti, vive de tal modo que nada guardes en ti que no pudieras confesar incluso a un enemigo. Pero como pasan cosas que la costumbre establece que permanezcan secretos, comparte al menos con tu amigo tus inquietudes y pensamientos. Trata a tu amigo como a alguien leal, y harás que sea leal”. ¿Por qué razón debo contener, aun que sea una sola palabra delante de mi amigo?
¿Porque no debo comportarme ante mi amigo como lo haría en privado?
Así que nunca agotaremos las reflexiones sobre el amor y la amistad; pero espero que estas letras e ideas nos ayuden a reflexionar y así aprender el difícil arte de amar liberando toda esa energía que tiene un potencial creador impresionante. Construyamos la civilización del amor...
Diego Cardoso Pérez