Política

Mi pequeño gran Titanic

El Titanic fue un enorme y lujoso barco de transporte de pasajeros que se hundió al chocar con un iceberg en la noche del 14 al 15 de abril de 1912, cuando realizaba su viaje inaugural de Inglaterra a Estados Unidos. Fue unos de los mayores desastres que se conocen en la historia de la navegación, causando más de 1.500 muertes.

Se ha afirmado que fue un accidente inevitable, debido a que se produjeron una secuencia de acontecimientos que condujeron indefectiblemente al hundimiento del barco.

Yo sostengo, de acuerdo a los datos, que el desastre se podía haber evitado si no se hubieran cometido ciertos errores. De hecho, la noche del accidente el Titanic estaba navegando a una velocidad de más del doble de lo recomendado para la situación en la que se encontraba el mar en aquellos momentos, a pesar de los avisos de alerta por icebergs que se estaban recibiendo de los barcos colindantes.

¿Qué decisiones se tomaron antes, durante y después del choque? Si éstas hubieran sido distintas, ¿se podría haber evitado el hundimiento o por lo menos se hubiera podido reducir el número de víctimas? ¿Fue la ausencia de luna esa noche lo que provocó el accidente? ¿Fueron los vigías del puente de mando que no disponían de los binoculares porque estaban en otra parte? ¿Fue el caso omiso a los telegramas de otros barcos que señalaban el peligro? ¿Fue la prisa y la arrogancia de los dueños de la naviera y del Capitán Smith que querían demostrar algo llegando un día antes? ¿Fue…?

Yo asemejo éste caso histórico de la navegación a la conducción de mi propia vida y a la conducción que muchos líderes han hecho de mi querido México en los últimos años.

Yo creo que estamos diseñados para cruzar grandes océanos y llevar a nuestra tripulación a puerto seguro. Pero lo que me preocupa del caso no es el barco mismo, que indudablemente es un gran barco, me preocupa la falta de ética y de responsabilidad de los que tienen el deber de llevarlo a puerto seguro.

Me preocupan los capitanes que hoy lo navegan y que lo han llevado por las aguas encrespadas de la división, de la manipulación y del encono social. Parece que lo llevamos al desenlace fatal.

Hoy tenemos al igual que tuvo el Titanic, a un Capitán Smith, que en nuestro caso es el Presidente. Un líder que goza de una gran popularidad y que prometió grandes cambios pero que divide cada vez más a su tripulación.

En éste barco vamos todos, no sólo sus simpatizantes y parece que se le ha olvidado.

Lo mismo sucede en organizaciones donde se velan los interesases de ciertos grupitos y no el interés general y el bien común; conceptos tan alejados hoy de las praxis de liderazgo.

Los Icebergs a los que nos enfrentamos son los de la desigualdad, la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la falta de oportunidades y condiciones de salud. Mala educación y una desesperanza creciente en medio de una tormenta llamada crisis de valores y liderazgo.

El iceberg de la falta de compromiso ciudadano y de sensibilidad humana ha sido la montaña de hielo más grande que he visto últimamente en éstas aguas mexicanas.

Me preocupa éste tipo de líderes que no quieren reconocer la coyuntura y que mientras raspamos el casco de nuestro barco mandan tocar en la “Orquesta de las Mañaneras” “La Sinfonía de los Otros Datos” poniendo en riesgo la seguridad de todos y echando por la borda los verdaderos instrumentos de navegación que nos indican de manera objetiva el rumbo y el ritmo al que debemos ir.

Sin embargo, se han mandado miles de señales a nuestros capitanes diciendo que hay que bajar la velocidad, que hay que bajar el tono de división, que hay que gobernar para todos; que en México hay separación de poderes e instituciones.

Pero el Capitán de éste barco y su fiel tripulación, al igual que aquellos de hace muchos años que tomaron malas decisiones en el trágico accidente, no escuchan, tienen orejas de pescado y se sienten al igual que aquellos otros “insumergibles”.

La arrogancia de aquellos viajeros y capitanes de aquellos tiempos desestimaron las llamadas de S.O.S que otros barcos emitieron. Así nuestro capitán de hoy, que goza al igual que gozaba el Capitán Smith de una gran popularidad, pasará a la historia como aquel que hundió al insumergible México si no corrige pronto el timón. Pero la soberbia lo ciega y le crea sordera.

He escuchado decir que México es un gran país con grandes personas pero con pésimos capitanes y con muy malas decisiones de sus líderes.

¿Qué hacer?

Corregir el rumbo, sin filias ni fobias, recuperar nuestros instrumentos de navegación y preguntarnos como mexicanos si queremos ir a ese rumbo y con ese ritmo. Hemos visto grandes países naufragar como a nuestros hermanos venezolanos, argentinos y cubanos al chocar varias veces con ese estilo de navegación.

¿Eso queremos? Es lo que nos tenemos que preguntar. Y por eso éste es un barco diseñado a funcionar con democracia y la tenemos que ejercer.

Éste caso del Titanic es el caso de mi vida y el de mi país. No es otra cosa que una lección del pasado pero que también es un llamado al futuro y un llamado a ser conscientes del presente y del “momentum histórico” para México y para nuestras vidas.

Es un aprender del pasado mediante afirmaciones veraces; es un devenir del futuro mediante decretos poderosos; pero sobre todo es la construcción del presente mediante conversaciones sensatas con miles y miles de mexicanos talentosos que quieren un mejor México para ellos y para las siguientes tres generaciones al menos.

Para ello tenemos que cambiar el rumbo.

¿De qué Icebergs queremos salvar a México?

De la pobreza como destino, de los antiguos privilegios, de la indiferencia y la apatía de los poderosos, de la división, de la manipulación, de la mediocridad, del autoritarismo

¿Por qué queremos cambiar de rumbo?

Por amor a México y por lo que más amamos que es nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro trabajo y nuestros amigos.

¿Por dónde empezar?

Por nosotros mismos y por aceptar que el rumbo en el que va México no es viable y que sólo podemos virar de timón a un puerto seguro si somos conscientes que en éste gran barco que es México no puede ser navegado al garete.

Tenemos que entre todos construir el Mejor México Posible, tenemos que hacer un llamado a resistir. La alianza no es política debe ser ciudadana para que funcione.

¿Cómo hacerlo?

Sólo con un gobierno eficaz y con la generosidad de los mexicanos podemos salvar a México de México.

El enemigo no está fuera está dentro. Es la apatía, la indiferencia y la falta de valores. Tenemos que hablarle al mexicano generoso que hay en cada uno de nosotros. Tenemos que volver a estar unidos y sin resentimientos. Yo le hablo al mexicano consciente de su libertad, al heredero de los pueblos más gloriosos a ambos lados del océano.

Le hablo al empresario, al trabajador, al joven, a la madre de familia, al padre de familia, a los adultos mayores que aman a México y que en su corazón hay eso, amor y no resentimientos.

Sí queremos hacer entre todos el GRAN MÉXICO POSIBLE tenemos que recuperar la unión entre los mexicanos, la cordura y los lazos. Tenemos que re-aprender a mirarnos a los ojos sin distinciones y códigos postales, sin importar el color de tu piel o la región del país en la que naciste.

Tenemos que resistir a las mentiras disfrazadas de verdades a medias soltadas indiscriminadamente desde la retórica oficial y en en las redes como virus pandémico a conveniencia de unos y desde el poder. Tenemos que resistir la tentación de seguir polarizando y sacando dividendos de esa división.

Tenemos que resistir la manipulación y el miedo como la forma en la que hemos venido siendo gobernados desde hace muchos años.

Sí y sólo sí vamos a construir el GRAN MÉXICO POSIBLE si dejamos los insultos y las descalificaciones en las redes, en las familias, en las posiciones de poder sean en una empresa o en el mismo gobierno.

No, no nos deberíamos como mexicanos tener que cuidar unos de otros sino cuidarnos unos a otros y entender al fin que la gran diversidad que hay en México nos enriquece y las grandes coincidencias nos fortalecen.

Sí y sólo sí vamos a construir entre todos EL GRAN MÉXICO POSIBLE si dejamos el pasado como una gran lección de la cual tenemos mucho que aprender y comenzamos a mirar el futuro de México y de las siguientes generaciones.

Sí y sólo sí vamos a CONSTRUIR EL GRAN MÉXICO POSIBLE si en vez de culpar a los que estuvieron hace tiempo asumimos nuestra responsabilidad en el pedazo de México que nos toca construir.

La transformación bien hecha es el GRAN MÉXICO POSIBLE que me mueve a navegar entre aguas encrespadas y confusas para poner las bases de un México donde la igualdad es hacia arriba y nunca hacia abajo.

Estoy profundamente convencido que podemos CONSTRUIR ENTRE TODOS EL GRAN MÉXICO POSIBLE. Pero para esto tenemos que resistir y despertar.

Estoy profundamente convencido que lo que no está en tu agenda y no está en tu presupuesto no es prioridad y para éste último gobierno la educación tampoco ha sido prioridad. Escuelas abandonadas, profesores mal pasados, se destina 75, pesos al año para capacitar a un profesor. De continuar así el futuro es incierto.

Y volver al futuro es volver a las bases. A nuestros valores.

¿EL GRAN MÉXICO ES POSIBLE?

Sí y claro que sí si aprovechamos las oportunidades y si contestamos estas preguntas: ¿qué pasaría si nos uniéramos? ¿Nos damos cuenta de las verdades a medias y mentiras completas que nos cuentan? ¿Me doy cuenta que liderazgos hay en el país que dividen a los mexicano y cuales los unen? Yo creo en EL GRAN MÉXICO POSIBLE. ¿Tú?


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Diego Cardoso Pérez
  • Diego Cardoso Pérez
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