Política

Mejor una cascarita

  • En la tormenta
  • Mejor una cascarita
  • David Herrerías Guerra

Les cuento una historia conocida a la que he recurrido en otras ocasiones: Durante la Navidad de 1914, en la Primera Guerra Mundial, soldados alemanes atrincherados decidieron cantar ‘Stille Nacht’, y en la trinchera de enfrente, sus “enemigos” ingleses respondieron cantando villancicos. Un valiente recluta alemán colgó un pañuelo blanco de su rifle, avanzó hacia la trinchera germana y dejó, a medio camino, una botella de whisky. Los alemanes salieron de sus madrigueras a recoger la botella y dejaron como regalo salchichas y otras viandas. Al día siguiente, alguno de ellos salió de nuevo, ahora con un balón de futbol, y organizaron una cascarita entre los agujeros de proyectiles. Alemania ganó, según las crónicas, 3 a 2.

El hecho enfureció a los gobiernos contendientes, especialmente a los británicos, y se tomaron medidas para hacer que las cosas “volvieran a la normalidad”, es decir, que los soldados se odiaran otra vez y se dedicaran a matarse; los siguientes años recrudecieron los ataques y bombardeos en la época navideña. Durante cuatro años, la guerra segó la vida de más de 16 millones de personas, la mayoría de los cuales no tenía ninguna razón para odiar a los jóvenes de la zanja de enfrente.

El espacio entre las trincheras, en el que los soldados se pudieron ver a la cara, es el espacio del diálogo posible, pero solo para los que se atreven a salir al encuentro del otro, de ese otro que le han pintado como diferente y peligroso. Los interesados en mostrar el mundo como un territorio de trincheras infranqueables, blanco y negro, sin matices, son los que salen beneficiados por la guerra, y rara vez mueren en ella.

Los últimos años en México han sido una guerra de trincheras en las que unos y otros nos han querido convencer de que no hay tonalidades. 2024 será un año de mayor confrontación, porque en las elecciones hay un interés especial por convencernos de que enfrentamos a feroces enemigos. Pero ahora, más que nunca, tenemos que hacer un esfuerzo por escuchar atentamente otras voces, huir de las visiones maniqueas, cuidarnos de las falsas noticias, atemperar las emociones en beneficio de los datos duros, excluir las descalificaciones y los insultos de los que piensan diferente... No se trata de renunciar a la crítica, a ejercer nuestro derecho a expresarnos. Pero sí de entender que la política no nos define. De negarnos a ver, en el que tiene ideas distintas, a un enemigo.

Al final, en nuestro sistema presidencialista habrá que votar por una de las opciones (sería mejor un sistema parlamentario). Pero en el ínterin podemos salir de las trincheras para dialogar y aprovechar el tiempo en analizar, con mesura, los problemas de México y pensar cómo hacer para resolverlos, gane quien gane. En ese campo, lejos de las grandilocuentes llamadas a defender a la patria destruyendo a los enemigos, habrá tiempo para echarnos una cascarita. 

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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