El tema central de la semana pasada de todas las mesas y charlas de café, además de los mares de información en redes sociales con preocupación, sarcasmo y miles de dudas fue el accidente del submarino Titán en busca de visitar los restos del más grande accidente marítimo en tiempos de paz, el hundimiento del Titanic.
Vaya paradoja: Visitar restos para convertirse también en restos…
El hundimiento del “Ocean Gate” llenó las redes sociales de memes y frases chistosas como: “Para el único submarino que me alcanza es para uno relleno de fresa” o “Los millonarios deben divertirse en yates y no en submarinos” y, cantidad de mensajes con mucha sorna (burla), situación que me provocó una reflexión:
El sentimiento de algunos (alegría), por las desgracias ajenas y, la falta de análisis crítico y objetivo para observar una tragedia.
Sobre la alegría por las desgracias ajenas hay una palabra en alemán que la define: Schadenfreude.
Esta palabra no tiene traducción a otros idiomas.
Es una palabra germánica compuesta por Schaden, que significa “daño”, y Freude, “alegría”. El término hace referencia al placer experimentado ante la desgracia ajena. Podría decirse que es un elemento de la envidia.
Y como todo está en los libros, no puedo dejar de citar a Richard H. Smith con su título: “Schadenfreude: La dicha por el mal ajeno” editado por Alianza.
En dicho texto se expone la dicha (velada o secreta), por las desgracias ajenas sobre todo cuando recaen en poderosos o, cuando se pierde algo. Esto sin duda tiene que ver con otros sentimientos como la envidia y trastornos en la personalidad.
Para un experto en comportamiento humano y sus enfermedades (sobre todo mentales), sería menester adentrarse (si queremos hablar con propiedad), a las ciencias que estudian a quienes disfrutan hacer daño desde la perspectiva genética y conductual, específicamente en la psiquiatría, psicología y las neurociencias para escribir con propiedad.
Sin embargo, de forma general no puedo abstraerme de un meme /imagen que también observé con mucha recurrencia y vale la pena mencionar: “La burla al dolor ajeno, sólo muestra la pobreza y miseria humana”.
Sin duda quien pensó la frase con un dibujo del submarino “Ocean Gate”, plasmó con o sin conocimiento de causa sobre el “Schadenfraude” o la dicha por el dolor ajeno.
Los más osados se invistieron con toga y birrete para moralizar sobre la muerte entre ricos y pobres…
Lo que si tengo claro es que millonarios, clase medieros, pobres y pobres extremos tenemos espacios de ocio y diversión, de recreación y para descubrir nuevas experiencias donde el movimiento contrarreste un estado depresivo cual lucha dicotómica entre la alegría y tristeza.
La salud contra la enfermedad.
Una mente sana está claro que no se alegrará por las desdichas ajenas, sino todo lo contrario, ofrece solidaridad y ayuda, se trate de quien se trate.
Estoy convencido que la diversión y el ocio son intrínsecos al humano junto con la música, para mí, elemento/valor indispensable a pesar que el “mamón” de Aleks Syntek busque crear una fundación contra los corridos y el reggaetón.
Pero esas, esas son otras historias.
Como sociedad debemos estar abiertos a la pluralidad y respetar las elecciones de vida y diversión dentro de un estado de derecho.
Lo hagamos en un submarino, escalando una montaña, descubriendo paisajes sobre un burro o jugando lotería con frijolitos o corcholatas de caguama.
Las lecciones del submarino ponen al descubierto los vicios y defectos que como sociedad nos están provocando las redes sociales, donde los valores como la empatía y solidaridad cada vez se pierden por la falta de convivencia y socialización entre muchos otros.
Urge volver a la normalidad, esa que sabe de dolor y preocupación, de colores y olores donde dejemos por momentos la pantalla y evitemos la “idiotización” que nos advierte Humberto Eco.
La subnormalidad nos persigue. Lecciones submarinas…
@CUAUHTECARMONA