El rostro de la irresponsabilidad y la falta de compromiso se dejó ver de forma contundente el domingo, cuando prácticamente la mitad del llamado “ejército ciudadano” que recibiría los votos para que por primera vez la sociedad eligiera a ministros, magistrados y jueces, no se presentaron a la mera hora.
Fue lo más grotesco desde ese ángulo, porque más allá de filias y fobias, un compromiso con el deber cívico se cumple. Sin embargo, más de 11 mil 500 tamaulipecos se ausentaron, después de la palabra empeñada y mucho tiempo para disculparse y no dejar colgadas sus casillas.
El INE había convencido a 23 mil 691 personas de participar como integrantes de las mesas directivas de casilla, pero solo se presentaron 12 mil 111, el 51.12%, prácticamente la mitad.
Faltaron desde presidentes, secretarios y escrutadores, lo que obligó a tomar de la fila a 2 mil 424 ciudadanos para asumir tareas de los ausentes; no se exagera al decir que todas las mesas receptoras del voto se instalaron con personal incompleto, algunas incluso tenían solo tres almas a cargo.
La buena noticia es que a pesar de ello, el 100% de las 2 mil 466 casillas se instalaron en el estado y los capacitadores y asistentes electorales hicieron magia para sacar a flote la misión.
El incumplimiento no es nuevo, ocurre en todos los comicios, pero en este sí que se les pasó la mano, cuando su complejidad demandaba un verdadero compromiso.
Hace tiempo, escuché a Paola Hernández Espejel, entonces subdirectora de Atención Ciudadana de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales de la FGR, que si estas omisiones no tienen una causa justificada, se debería proceder contra las personas.
Inclusive aplicar si una escuela amaneció cerrada con candado y no es posible localizar al encargado para que la abra.
“Quien boicotea de alguna manera el desarrollo de los comicios se arriesga a convertirse en delincuente electoral”, advirtió.
El reciente ejercicio inédito para renovar a los órganos del Poder Judicial federal y estatal, puede verse blanco o puede verse negro según la perspectiva de cada quien, y jamás, como sociedad, vamos a ponernos de acuerdo.
Del tema seguiremos comentando.