Pepe Rábago, el caballero de la política, recordado como el alcalde más respetuoso que ha tenido Tampico en su historia moderna, llegó al poder bajo el PRI tras la administración de Diego Alonso Hinojosa. Aunque este último dejó huella en la gestión pública y en la vida política de la ciudad, no se mantuvo el PAN en el gobierno municipal.
La principal oferta de campaña de Rábago fue el megaproyecto de la Laguna del Carpintero, nombrado por sus adversarios como “Rabagolandia”.
Paradójicamente, aquel plan que despertó burlas y resistencias anticipó buena parte del desarrollo que hoy tiene el vaso lacustre y que sigue figurando en la agenda de proyectos estratégicos para la ciudad.
Sus críticos más severos fueron los panistas. Durante su trienio priista se sentaron bases que, con el tiempo, administraciones azules dieron seguimiento e hicieron lucir. A iniciativa suya, se firmó el convenio con Pemex que permitió destinar los predios del Carpintero a bienes de utilidad pública, una decisión clave para el desarrollo posterior de la zona.
Oriundo de la colonia del Golfo y formado en la cultura del esfuerzo, Rábago se distinguió por su amor al basquetbol y su impulso al deporte. Dejó sello en obras de infraestructura como el distribuidor vial del aeropuerto, una obra duramente cuestionada en su momento, pero que terminó por aliviar la asfixiada vialidad de Tampico.
Su administración marcó una etapa en la que la ciudadanía era más reactiva frente a las decisiones del poder, con mayor activismo social y una oposición más visible y consistente. Uno de los episodios más tensos ocurrió al inicio del gobierno panista de Arturo Elizondo, quien lo sucedió y lo acusó de no haber dejado la documentación contable, desatando una fuerte polémica.
José Francisco fue contralor del gobierno de Américo Villarreal Guerra. Contador público de profesión, impulsó la Ley de Entrega-Recepción en la administración pública y años después encabezó la Dirección de Auditoría del Órgano de Control Interno de la CFE.
Uno de los episodios más dolorosos en su trienio (1999-2001) fue la explosión del Café Emir. “Un accidente como este es algo que nunca se me va a olvidar”, recordaría años después. Descanse en paz, José Francisco Rábago Castillo.
