Al cierre de 2024 las cifras reflejaban un respiro en los índices de violencia familiar, pero la realidad en 2025 vuelve a sacudirnos, las agresiones dentro de los hogares no solo persisten sino que se incrementan.
Reynosa, una ciudad ya marcada por la inseguridad, concentra la quinta parte de las denuncias penales por este delito, reflejando un patrón alarmante.
Ahí, la madrugada del miércoles una ama de casa fue privada de la vida por su esposo y frente a sus hijos.
En los primeros seis meses del año, se iniciaron más de 4 mil carpetas de investigación por violencia doméstica. La cifra no es solo un dato, representa hogares rotos, infancias heridas y vidas en riesgo.
El hogar, que debería ser refugio, se convierte en foco de agresión y trauma.
Es cierto que un aumento en las denuncias puede reflejar mayor conciencia social y una menor tolerancia a la violencia, como apuntan algunos especialistas. Pero también evidencia que las estrategias institucionales siguen sin ser efectivas.
No se han dejado de normalizar los golpes físicos y emocionales puertas adentro.
Hay que denunciar, pero también proteger, prevenir y castigar. Porque cada carpeta de investigación encierra una historia que no debió suceder, un silencio roto a gritos, un miedo que nació en una habitación y un llanto ahogado por no tener donde ir.
No son pocas las alertas ignoradas por un sistema que minimiza las denuncias y revictimiza a quienes se atreven a alzar la voz. La mayoría de los agresores no enfrenta consecuencias.
Menos del 30% de las carpetas de investigación por violencia familiar terminan en una sentencia. La falta de personal en las fiscalías, la carga excesiva de trabajo y la poca capacitación en materia de género impiden que las víctimas tengan justicia.
En muchos casos se les aconseja arreglarse en casa, perpetuando ciclos de violencia que se habrían podido detener a tiempo.
Mientras una sola mujer viva con miedo en su hogar, se está fallando.
Emma Nereyda, un recordatorio doloroso
El caso de Emma Nereyda, servidora pública estatal, asesinada tras denunciar acoso, es un recordatorio doloroso de que la violencia contra las mujeres está presente.
Con 17 feminicidios en el primer semestre, Tamaulipas ocupa el sexto lugar nacional y Reynosa aparece, de nuevo, entre las ciudades con más casos.