Crónicas marcianas, del autor Ray Bradbury, es un libro de relatos que admiro por la estructura narrativa, por la temática —adelantadísima en su tiempo— y por su título: ¡Qué título! Tan maravilloso, me encanta. Es tan sencillo y, a la vez, tan genial.
En Crónicas marcianas (1950), Bradbury (EE. UU., 1920-2012) escribe una metáfora sobre los más intrincados temas de la humanidad. El planeta rojo, Marte es su escenario. En plena mitad del siglo XX fue publicado el libro de relatos que habla del hombre, de sus facetas y contrariedades; de la dualidad humana: el hombre bélico o el amoroso, además del esplendor y la caída de las civilizaciones.
En este conjunto de relatos de ciencia ficción, que se sitúa de 1999 al año 2026, el autor ya hablaba de la robótica (hoy en auge con la IA). Entre otros aspectos, en los relatos las puertas de un garaje se abren al detectar y reconocer el ladrido del perro familiar, pero antes, mucho tiempo atrás ya había sido el verano del cohete en pleno invierno: la invasión.
Crónicas marcianas ha sido un libro que ha tocado a generaciones, el más grande autor argentino —imprescindible, siempre— Jorge Luis Borges escribió el prólogo de la edición en español: “Sobre el planeta rojo que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena".
Si bien Crónicas Marcianas es un libro de referencia indiscutible al hablar de Bradbury, de acuerdo con los críticos, Fahrenheit 451 —con “su carácter de anticipación de un porvenir posible o probable”: J.L Borges— representa la gran obra maestra del autor, en el cual concibe un todo universal, pero desde el punto de vista de la vanguardia y, prácticamente, es un libro adelantado al tiempo. Incluso, por esta obra, se ubica al escritor estadounidense como un ideólogo del futurismo tecnológico.
En Fahrenheit 451 (1953), el Julio Verne contemporáneo habla sobre tecnologías que hoy son realidades. Desde una pantalla lisa de televisor que obsesiona a los pobladores hasta una vitrina digital para relacionarse entre amigos —como las actuales redes socio digitales a través de la computadora, smartphones y tabletas—. Además de audífonos con micrófono, autos a control remoto y hasta expendedores automáticos de dinero (que sí funcionan).
A través de la narrativa ficcionaria, el escritor concibió lo que hoy conocemos como libros digitales. Y paradójicamente, en la cotidianidad del siglo XXI, Bradbury rechazó enérgicamente la realidad de los e-book y de las tabletas: “Hay sólo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro”, decía el genio.
En este mundo de la IA, cuánta falta nos haces Bradbury y otros genios creadores más. Porque nada sustituye el talento y la creatividad humana.