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29 de febrero

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Hoy es 29 de febrero, una rareza en el calendario: ocurre solo cada cuatro años (casi). ¿Por qué? “Durante siglos, los humanos tuvieron dificultades para sincronizar los calendarios civiles, religiosos y agrícolas con el año solar. Añadir un año bisiesto resolvió el problema, aunque solo durante los próximos 3,300 años”. Así comienza el artículo de Brian Handwerk sobre los orígenes del año bisiesto, que publicó esta semana la revista National Geographic.

El origen del problema es que la cantidad de revoluciones de la Tierra sobre su propio eje no está vinculada al tiempo que tarda la Tierra en completar su órbita alrededor del Sol. El año solar, que determina las estaciones, es el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol: aproximadamente 365.24 días. Esta fracción (0.24), a pesar de ser tan pequeña, crea, si es ignorada, un problema. Provoca que, con el paso de los años, las estaciones dejen de coincidir con los mismos meses todos los años. Es necesario, sin embargo, hacer coincidir el año solar con el año cronológico para que la primavera comience, siempre, el 21 de marzo.

No fue fácil hacer coincidir el calendario de la naturaleza con el nuestro. Los antiguos chinos, que usaban calendarios lunares para medir el tiempo, sufrían, año con año, un desfase de 11 días con relación al año solar. Los antiguos sumerios, a su vez, que dividían el año en 12 meses de 30 días cada uno, tenían un desfase de cinco días. El calendario lunar que regía en Roma en tiempos de Julio César padecía ya una divergencia de tres meses con respecto a las estaciones, a pesar de los esfuerzos de modificarlo, sumando aquí y allá varios días al año. “Para restaurar el orden, César se basó en el año egipcio de 365 días, que data del siglo III antes de Cristo y que había establecido un sistema de año bisiesto para corregir el calendario cada cuatro años. César adoptó el sistema decretando un año de confusión de 445 días (el año 46 antes de Cristo) para corregir de un plumazo la desviación que se había producido durante años. A continuación, estableció un año de 365.25 días que simplemente añadía un día bisiesto cada cuatro años”.

Este sistema era imperfecto, sin embargo, porque el cuarto día que era añadido al año bisiesto era un poco más largo que los 0.24 días restantes del año solar, lo que hacía que el año cronológico fuera 11 minutos más corto que el año solar. Era demasiado agregar un día cada cuatro años. En el siglo XVI, esta pequeña discrepancia había provocado un desfase de 10 días en fechas importantes para la Cristiandad. “Al papa Gregorio XIII le pareció una situación insostenible, así que desveló su calendario gregoriano en 1582, tras la drástica adopción de otra táctica para distorsionar el tiempo”. En el calendario gregoriano, en efecto, los años bisiestos son aquellos cuyas dos últimas cifras son divisibles por cuatro (2012/4 = 503), exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800, 1900…), que son bisiestos. El problema con este sistema es que tiene 26 segundos al año de error. En otras palabras, el año cronológico del calendario gregoriano es casi medio minuto más largo que el año solar. “A este ritmo, el calendario gregoriano tardará 3,300 años en desplazarse un día del ciclo estacional”.


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Carlos Tello Díaz
  • Carlos Tello Díaz
  • Narrador, ensayista y cronista. Estudió Filosofía y Letras en el Balliol College de la Universidad de Oxford, y Relaciones Internacionales en el Trinity College de la Universidad de Cambridge. Ha sido investigador y profesor en las universidades de Cambridge (1998), Harvard (2000) y La Sorbona. Obtuvo el Egerton Prize 1979 y la Medalla Alonso de León al Mérito Histórico. Premio Mazatlán de Literatura 2016 por Porfirio Díaz, su vida y su tiempo / Escribe todos los miércoles jueves su columna Carta de viaje
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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