Es difícil ver hoy cómo terminará la crisis migratoria y qué tanto terminará afectando la relación entre México y Estados Unidos en el corto, mediano y largo plazo.
La inutilidad de ambos gobiernos para sentarse y plantear un principio de solución, la temporada del más duro de los trumpismos que saboteó los acuerdos que republicanos y demócratas habían alcanzado después de meses de diálogo en el Capitolio; las crisis en los países expulsores que son cada día más y eligen a México como la ruta para llegar a Estados Unidos plantea un panorama sombrío que puede durar años, muchos años.
Lo que hoy impera es, por llamarle de alguna manera, el doble muro.
El muro mexicano en la frontera sur, el territorio nacional y el lado mexicano de la frontera norte que persigue y acosa a migrantes desde el chantaje trumpista al que cedió el presidente López Obrador. Buena parte del Ejército y la Guardia Nacional se dedican a eso.
Como le dijo David Pérez Tejada, jefe de la oficina de Baja California del Instituto Nacional de Migración de México a The New York Times, refiriéndose a los traficantes de personas. "Los presionas en un momento y se van a otro lugar. Todo es un juego del gato y el ratón, y es extremadamente difícil controlar esto".
El segundo muro es, por supuesto, el de Texas y su gobernador que más allá de leyes sigue apretando las tuercas en la frontera. Pero también incluye al gobierno federal, que sabedor de la importancia que tiene el tema migratorio rumbo a la elección ha aumentado las medidas que impiden la llegada de migrantes a su país.
Hay que decirlo, más ahora que se cumple un año de la tragedia del centro migratorio de Ciudad Juárez cuando murieron cuarenta personas que estaban recluidos. La única política en ambos países es la del maltrato y la persecución.
Y en medio de esto, la bronca de declaraciones.
Lo último lo de Mike Johnson, ultraconservador, súper trumpista, pero —ni modo— presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que volvió a insistir en que Biden haga lo que hizo Trump: chantajear a México. Ya a finales de febrero, el mismo personaje había dicho que Trump enseñó que México hará lo que nosotros le digamos.
Estamos en campaña en ambos países, las broncas de declaraciones solo irán en aumento.
El problema real es que en Estados Unidos no están lejos de ganar esos ultras.