El presidente Andrés Manuel López Obrador respondió ayer en la mañanera a la decisión del PRI de votar en contra de la iniciativa constitucional de reforma eléctrica planteada por el gobierno.
El Presidente sabe que sin esos votos la aprobación de su iniciativa es imposible y anunció que inmediatamente enviaría modificaciones a dos leyes —la minera y otra que tiene que ver con el litio— que solo requieren el voto de su partido y aliados.
Pero dedicó más tiempo a hacer un análisis y después una invitación a los priistas a no hacer caso de lo que les han indicado sus líderes tanto en el Congreso como en el Consejo Político Nacional.
Nada apasiona y ocupa el tiempo de Andrés Manuel López Obrador desde hace décadas que la política electoral, la movilización en tierra, la construcción de movimientos. Más que gobernar o administrar, lo suyo es eso, las elecciones. Basta verlo ayer comentando los resultados de la revocación. Por lo mismo, lo de ayer sobre el PRI y su voto es una inteligente provocación.
Recorrió la historia del PRI, desde su formación posrevolucionaria, la nacionalización del petróleo, la de la energía, sus largos años de partido único y hegemónico, la ruptura del 88 cómo, según dijo, se desdibujó desde entonces y los retó: “es el Partido Revolucionario Institucional, cómo se suma al partido conservador, de más tradición. ¿Por qué ellos no retoman las banderas de los revolucionarios de México si es un partido revolucionario? Así surgió”.
“¿Qué ganan políticamente?” —preguntó. “¿Qué hacen con las alianzas? ¿Cuántos gobernadores, si siguen así, les van a quedar?”
Alguna razón tiene el Presidente, salvo que esa historia priista es de hace demasiados años. Buena parte de las transformaciones en la industria eléctrica se dieron por y con el PRI (mismo logotipo, mismo nombre) en estos últimos años.
El PRI que ayer describió y elogió López Obrador en la mañanera ya no existe. Y, de hecho, buena parte de esos ciudadanos son los que ahora son entusiastas morenistas y que el tricolor perdió para siempre. La disputa por electores de 1988 entre el PRI y el Frente Democrático Nacional se resolvió para siempre 30 años después. De alguna (triste) manera, como me dice un buen e inteligente amigo, seguimos en esa.
@puigcarlos