A cinco semanas vista de que tengan lugar las elecciones para la mini gubernatura, los ciudadanos de este estado no hemos recibido más propuestas que las que se producen campaña tras campaña para después olvidarse de ellas y no cumplir ni el diez por ciento de los compromisos asumidos, me parece grotesco y vergonzoso que los debates ciudadanos para definir finalmente por quién votarán lo sea aquél que más ingenio ha tenido en las redes sociales a través de los memes, descalificaciones, trascendidos y acusaciones a fuego cruzado.
Mueve a risa y pena ajena el hecho de que la candidata del PRIAN se asista en sus eventos de campaña de personajes que lejos de ayudarla la desdoran por su nefasta trayectoria y larga cola que lo acompaña, me refiero al anodino y flotador César Camacho Quiroz, ex presidente del PRIAN y defenestrado por Peña Nieto de la dirigencia nacional del tricolor, o el apoyo que brindará a la campaña de Blanca Alcalá un personaje de negros antecedentes, el funcionario más corrupto en la historia de un gabinete estatal, me refiero a Carlos Arredondo Contreras, mejor conocido como el "sicalíptico", quien de tener un chiringuito como despacho hoy es propietario de grandes superficies de terreno en Arboledas de San Ignacio, precisamente enfrente del lugar que yo rentaba en una modesta casa desempeñando el mismo cargo.
Si nos daba terror el regreso de "Los demonios del Edén", imagínense tener de vuelta ocupando un cargo en el gabinetazo de obtener el triunfo Doña Blanca al sedicente futuro secretario de gobernación, conocido y reconocido como acosador sexual y de una gran incultura, pese al hecho de haber sido jubilado por 30 años de docencia en mi alma mater como maestro (sic. maistro?), flaco favor le hace a Blanca Alcalá Don Melquiades Morales con poner a su servicio a los miembros más cercanos de su entonces gabinete, de los que por supuesto se salvan mi amigo Héctor Jiménez y Meneses, el prestigiado doctor Arún Ramé y el maestro Amado Camarillo, máxime que todos sabemos en donde anida el corazoncito de un viejo lobo de mar de la política poblana, Don Melquiades Morales, con un gran capital político en el estado y del que solo basta un guiño de ojos para mandar línea al lugar al que pertenecen sus querencias. Lo digo sin acritud, ¡pero lo digo!
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