Para, todas las bases del verdadero PRI
respetuoso de sus principios básicos y
sus improntas revolucionarias, enemigos
del PRIAN que nos “gobierna”.
De por sí el panorama electoral para el PRD no pintaba nada halagüeño, pero los acontecimientos de este último mes han terminado por sepultar el partido que creó el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, junto con la mayoría de los líderes progresistas y de izquierda que lo apoyaron como candidato presidencial en 1988, y que en el 2006 alcanzó su clímax al ganar la elección presidencial con Andrés Manuel López Obrador como abanderado de todos los partidos de izquierda, aunque al final se impusiera a Felipe Calderón, esposo de Margarita y ayudado por Elba Esther Gordillo, “haiga sido como haiga sido”.
Así como Peña Nieto y el PRI a sus órdenes, han hecho todo lo contrario de lo que el manual indica para conservar el poder, exhibiéndose ante la población como vende patrias, insensibles, corruptos e ineficaces, y el PAN se ha anquilosado ante la inviabilidad de sus dos precandidatos punteros, la insulsa Margarita Zavala de Calderón y el aprendiz de mafioso Ricardo Anaya; ahora el PRD se ha hecho el harakiri, a partir de un “traspié” propiciado por el Senador poblano Miguel Barbosa Huerta y el anuncio de su apoyo a AMLO, mismo que las tribus perredistas, léase los Chuchos (Nueva Izquierda), los Amalios (Foro Nuevo Sol), los Bejaranos (Izquierda Democrática Nacional), los Manceristas (Vanguardia Progresista) y demás facciones extremas, absurdamente decidieron magnificar y convertirlo en una verdadera crisis, de la que difícilmente saldrán con vida (léase “conservar el registro siquiera”).
La cereza en el pastel fue ver como atropellaron la dignidad de su dirigente, Alejandra Barrales, la exhibieron alevosamente como una mujer corrupta con propiedades lujosas en el extranjero (cualquier similitud con su colega senadora y eterna aspirante priista la gubernatura poblana es mera coincidencia) y finalmente la obligaron a regresar al Senado, contraviniendo sus estatutos internos, para poder imponer a la bejaranista Dolores Padierna en lugar de Miguel Barbosa, quien jamás imaginó que su pronunciamiento políticamente válido, se convirtiera en una chuza colosal que acabó con lo poco que quedaba del PRD, tras el éxodo de miles de integrantes y simpatizantes a las filas de Morena. Si no los conociéramos, hasta podríamos creer que todo fue una estrategia deliberada para unificar a las izquierdas bajo el manto de este último partido.
En ese escenario, el político de Macuspana se vislumbra como el futuro Presidente de México, tanto por el apoyo convencido de millones de mexicanos, como por un simple juego de descarte: no queda nadie en este momento que pueda competir con él. La partidocracia toca su fin. El PRD y Mancera ya no le restarán votos a López Obrador, al menos no de manera significativa, pues su desplome fue brutal. En el PRI ya sólo les queda poner un candidato que haga menos aparatosa la derrota y les permita ganar posiciones en el Congreso, para desde ahí jugar las contras al lopezobradorismo. El PAN, sin un candidato como Moreno Valle, se ve igualmente perdido, sin posibilidad de pactar alguna alianza contra natura que le permita sumar suficientes puntos para competir como alternativa.
En este escenario, los aspirantes independientes quedan como la única opción para evitar que Andrés Manuel alcance su sitio en la historia. Y hacia allá se mueven, como una cuarta vía ciudadana, en la que la mayoría ha decidido pactar su apoyo a quien de ellos tenga mayores posibilidades para el 2018. Sin embargo, son dos los problemas que enfrentarán: los enormes egos de varios de ellos y ellas, así como la infiltración de personalidades no independientes, pero con mayores capacidades políticas y financieras, para hacerse de este nuevo frente y postularse sin el lastre partidista.
De este modo, que no nos sorprenda si en la boleta del 2018, además de López Obrador, Osorio Chong o José Narro y Ricardo Anaya o Margarita Zavala, vemos al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, por cuarta vez pero ahora encabezando este frente independiente, con el apoyo convencido de Miguel Ángel Mancera y forzado de los demás “independientes” que no pudieron competirle en popularidad. En un contexto semejante, es obvio con qué equipo pretenderán alinearse las tribus perredistas, para continuar su lucha eterna por las migajas de poder, desplazando a una sociedad civil ingenua e incapaz de oponerse.
Inusitado entonces que el partido que creció a la vera de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, sus únicos dos candidatos presidenciales y líderes indiscutibles al interior del mismo, haya sido abandonado por ambos alegando motivos similares y ahora esté a punto de desaparecer del escenario electoral, justo cuando cualquiera de los dos mencionados podría hacer realidad el sueño de la izquierda mexicana de alcanzar la silla presidencial, en lo que hasta hace unos meses parecía el momento más improbable de la historia.
Para fortuna, quienes como priistas de antaño, respetuosos de sus estamentos y de sus improntas revolucionarias, hoy alejados del PRIAN neoliberal y derechizado, que seguramente correrá la suerte de aquella debacle con Roberto Madrazo al frente, quedando en tercer lugar, no se preocupen también tienen un lugar en MORENA, AMLO los recibirá con los brazos abiertos.
¡Amén!.
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