Mi época favorita del año es el verano. Hay sensación de humedad, cielos nublados, aire, cierto frío y algún rato de sol.Los días son propicios para contar con el respiro que lleva a cuerpo y mente a olvidarse del ajetreo, parar el tren, hacer acopio de fuerzas y prodigar entusiasmo para la segunda parte del año.
El problema con el verano, más allá de sus innumerables beneficios, es que los deportes tienen ese impase entre que acaba una competencia e inicia la otra.Y los amantes al deporte experimentamos esa suerte de orfandad a lo largo de casi dos meses y medio.
Estaba haciendo zapping en pos de algo medianamente atractivo para ver en materia de vigor, cuando me encontré con una de las expresiones más bizarras que se documentan en la televisión (lo cual ya es decir bastante), y que hace concursar a un puñado de tragaldabas en pos del mayor número de hot dogs que se puedan ingerir en determinado tiempo.
La competencia que organiza una empresa del ramo es el evento que convoca cada año a toda una multitud, y no deja de ser peculiar que mujeres y hombres se llenen la buchaca, aproximándose a la imagen de un roedor con los cachetes repletos de comida, mientras engullen salchichas y pan.
El espectáculo permite admirar la capacidad humana para retacarse comida, no para paliar el hambre ni la gula, sino demostrar la complacencia que puede tener un sistema digestivo, en una coyuntura que pone en la misma decadente sintonía a concursantes, organizadores, asistentes y audiencia.
Mary Roach es la autora deGlup, aventuras en el canal alimentario, libro en el que recrea de forma didáctica y elocuente el tránsito de la comida por el organismo. Queda claro que los participantes de este tipo de concursos están lejos de querer reflexionar sobre los temas que conforman el texto y que son primordiales para el desempeño de su actividad. Aunque es una realidad que la prácticalos ha vuelto unos expertos.
No obstante, es nada grata la experiencia de ver retacarse la cavidad bucal con perros que han dejado de ser calientes, y que están lejos de ser un plato digno pues adolecen de jitomate, chiles yla correspondiente dosis de mayonesa, cátsup y mostaza.
En un acto de justicia poética alguien debería poner de fondo Amateur, aquella canción con la que Molotov homenajea al alemán Falco III, en una versión de Rock me Amadeus, y en cuyo video se efectúa un concurso de ingesta de dogos en el que se descubre que el campeón hizo trampa al entrarle a unas salchichas huecas.
Sería genial que la pusieran, antes de que alguno de los sospechosos comunes haga su batea de babas y termine descomiendo todo lo que ya se zampó. Y eso sí que sería hardcore, terriblemente hardcore.
