Cultura

Descontrol funesto

De pocas cosas estoy tan convencido en esta vida como de que aprender cuesta. En una de sus versiones más acabadas las redes sociales se han encargado de evidenciar el valor que llega a representar el aprendizaje, particularmente cuando es producto de errores.

Con frecuencia aparecen figuras públicas que teniendo la oportunidad de guardar silencio la desaprovechan y acaban metiendo la pata, mientras ponen en entredicho su autoridad moral. Para colmo, son abandonadas a su suerte, como si su impertinencia resultara contagiosa.

De esos casos rescato un par que ha sido objeto de lapidación mediática, el de Javier Hernández, futbolista, y el de Claudia Mollinedo, periodista. En el primero de ellos, la ocurrencia de exponer el sentir respecto al papel social de la mujer ha costado al Chicharito, además de ser señalado con dedo flamígero de anacrónico y miembro emérito del heteropatriarcado, ser visto a todas luces como alguien impresentable.

No obstante, lo único que no se debería reprochar al pequeño guisante es la libertad de expresión, garantía individual algo que, como ha quedado claro a últimas fechas en nuestro país, no es precisamente una de las favoritas de la clase política. Hablo del goce del derecho a hablar, de ahí a que su opinión lo acabara mostrando como un pelmazo, ya es otra cantada.

Sobre Claudia, su desliz a través de un video en el que se queja de haber sido desalojada de un restaurante junto con otras féminas, porque el personal y el establecimiento no estuvieron a la altura de su consumo y sus ganas de enfiestarse, también es un caso para analizar en tiempos en que la guillotina digital pende sobre quien ose conducirse lejos del sentido común.

Como era de esperarse, las empresas vinculadas a estos dos personajes acabaron haciéndose a un lado argumentando que sus valores institucionales no están en consonancia con los de los susodichos, algo que más bien refleja el temor de perder clientes y ganar mala reputación. Pregunta: ¿no está siendo excesivo el entorno al punto de que prácticamente cualquier cosa es motivo de quema en redes sociales?

Hay un episodio en Los Simpson en que el lector de noticias Kent Brockman expone a un ventrílocuo, cuya marioneta se mofa del público infantil tildándolo de tarado. Creyéndose más allá del bien y del mal, el conductor finaliza la nota sosteniendo que con eso tienen esos tarados, lo que de inmediato le hace presa de aquello que criticó.

Al parecer así es este asunto en el que lo peor está por venir. Un escenario poblado por los que ya mordieron el polvo luego de un lapsus brutus y por los que aún no lo han mordido, pero que muy probablemente lo van a hacer.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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