Pocas cosas en nuestro país son tan intocables como las Chivas. Cuidado si te atreves a señalar algo. Se atenta contra la patria si apenas rozas sus colores con alguna crítica. Debes amarlo si naciste en México. Debes apoyarlo si te dices mexicano.
Qué importa si el equipo ha tenido una temporada de pesadilla. Qué importa si tiró la Liga a la basura para buscar el sueño internacional que se le ha esfumado desde hace más de 50 años. Qué importa si no ganó un solo partido en casa en el torneo local.
Chivas está a nada de coronarse en la Concacaf y eso, es lo único que vale.
“Eres un cangrejo”. “Un mexicano hablando mal de un mexicano”. Frases que aparecen en efecto catarata por las catárticas redes sociales.
¡Caray! Uno se convierte en traidor de la patria por no envolverse en la bandera Chiva que aunque no lleva los colores de México, su filosofía convierte el azul en verde.
Bajo esa textura de rechazo a todo aquello que apenas trastoque a Chivas, entonces aplaudan también a Paul Aguilar cuando brinde uno de sus tantos buenos juegos. Es mexicano. Pónganse también de pie cuando Oribe anote. No importa que amen a Chivas. Son mexicanos. Reconozcan al América porque ahí también hay de los nuestros.
(Se escucha un tanto ridículo, ¿cierto?) Pues así se escuchan algunos.
Somos anti mexicanos solo cuando se trata del Guadalajara. Los mismos que argumentan que el resultado es lo único que importa sin tomar en cuenta las formas, son los mismos que revientan a la Selección cuando según ellos “no se juega a nada”, aun con el triunfo.
Por cierto, el más mexicano de todos, el Guadalajara, podría no tener un solo representante en Rusia. Lo bueno es que a veces visten de verde, blanco y rojo.
Hay muchas más formas de ser un buen o mal mexicano. Y no tienen nada que ver con el futbol.
carlosguerrerogallegos@gmail.com
Twitter@CARLOSLGUERRERO