Está por acabar el interinato. Durante cuatro meses los federativos encontraron algo de cobijo y margen de maniobra. Tuca colaboró jalando la tela para generarles algo de sombra en tiempos donde todo parecía arder tras la aventura mundialista.
Sin el mini proceso de Ferretti, seguramente alguna decisión precipitada hubiera llegado y entonces sí, estaríamos en arenas movedizas de incertidumbre.
Alguna vez escribí que me hubiera encantado fuera el propio Tuca quien llevara el siguiente proceso por autoridad, capacidad y experiencia. Sin embargo ahora que está a dos juegos de terminar el “favor”, me queda claro que habría sido imposible que aguantara cuatro años.
La silla es demasiado caliente. Tanto o más que la presidencial, con la diferencia de que en México cada habitante se siente director técnico pero no necesariamente mandatario.
Ferretti en estos meses pudo constatar que hace falta mano dura. Que se le solapa demasiado al futbolista “consagrado”, al que está en vías de serlo y al que apenas inicia.
Quedó demostrado en tres meses que las convocatorias resultaron un dolor de cabeza. Tuca habla de “circunstancias” porque es políticamente correcto. Pero todos sabemos que hoy en día para evitar conflictos, al jugador NO se le notifican los llamados. Por el contrario, se les habla para invitarlos o para preguntarles si le gustaría estar.
No tendría que ser así. Y menos si es una fecha FIFA.
Divinizados o no, los jugadores tendrían que estar por convicción, nunca por invitación y mucho menos por obligación.
Martino antes de firmar tendrá que cerciorarse que él va a mandar, y que si quiere a “x” o “y” jugador, tendrán que convocarlo.
Los encargados de llamar a Europa, deberán entonces hacerlo sin que tiemble la mano.
