En el pantano hay reputaciones que defender. No es lo mismo la de la culebra que la del cocodrilo, ni la de la tortuga que la del pez. ¿Y qué me dicen del sapo anaranjado? Entre las criaturas del pantano, el honor del sapo anaranjado es primordial.
El sapo anaranjado tiene una amplia experiencia defendiendo su reputación. Es natural: el pantano está lleno de envidiosos dedicados a arrojarle lodo. Lo que han aprendido los malvados es que no hay manera de que él se reconozca en ninguno de los espejos que pretenden reflejar su Magnificencia. Así es: con mayúscula porque el pantano debió esperar hasta su aparición para ser escenario de hazañas superlativas. La historia se divide antes y después del sapo anaranjado que exige sumisión absoluta. La BBC, al otro lado del mundo, no se escapa.
La renuncia de Tim Davie, director general, y Deborah Turness, directora de noticias, a sus puestos en la BBC es resultado del ataque más reciente contra una institución que desde su origen fue concebida para educar al público a través de una programación independiente de las presiones comerciales que limitan la televisión y la radio en el resto del mundo. En el origen de la reciente debacle está una carta en la que Michael Prescott criticaba la parcialidad de la corporación en relación con el genocidio en Gaza, los derechos de los transexuales y un programa sobre la incitación del sapo anaranjado para tomar el Capitolio el seis de enero de 2021.
La carta reactivó el interés de la extrema derecha por socavar un medio hasta ahora resistente a las presiones políticas. Prescott recuerda la animadversión de Boris Johnson contra la BBC: él y Robbie Gibb fueron plantados en la corporación por el ex primer ministro para boicotearla desde dentro. Sus observaciones habrían pasado desapercibidas si no fuera porque llamaron la atención del sapo anaranjado, quien vio una oportunidad para distraer a su base de revelaciones inapropiadas que lo asocian con la explotación sexual de menores de edad. El sapo amenaza demandar a la BBC por un billón de dólares. La lucha es asimétrica porque al sapo le importa un cacahuate añadir una mentira más a las que croa cada día. Tampoco lo inquieta que su deshonestidad sea conocida dentro y fuera del pantano. Por eso acotar su exceso es un esfuerzo condenado al fracaso si no se hace desde el lodazal donde se agita lo que para su base es inadmisible: el sapo —como lo dijo— puede salir y matar a cualquiera y no importa, pero su relación con Epstein y su círculo de pedófilos es otra cosa. Por eso es necesaria la demanda contra la BBC: distrae del cieno mediante una cantidad de dinero espectacular.
El mensaje es claro para todos los medios que no sean el estercolero de las redes sociales de los que el sapo anaranjado es custodio. Su rechazo del Acta de Servicios Digitales propuesta por la Unión Europea (UE) para frenar la desinformación y la interferencia política corrobora su papel al servicio de las grandes compañías.
Las ratas insisten que el programa producido para Panorama es delictuoso porque la edición de su discurso lo hace aparecer como instigador de la sedición que se proponía un golpe de Estado. El documental sin embargo no añade nada a lo que el sapo anaranjado declaró. No había necesidad de edición porque lo que pensaba era público.
En el Reino Unido (RU) las demandas contra libelos funcionan cuando la reputación de la persona ha sido falsamente distorsionada, pero para que proceda se necesita probar primero que hay algo que defender y segundo que el libelo causó un daño. En cuanto a lo primero, cualquier comentario sobra. En relación con lo segundo, el programa ni siquiera fue exhibido en el pantano ni le impidió volver al poder. La demanda contra la BBC se realizará en Florida, donde después de haber sido declarado culpable, su amigo Jeffrey Epstein continuó traficando jovencitas.
Al otro lado del Atlántico un sapo menor no ha dejado escapar la oportunidad para demostrar su acuerdo solidario con el factor naranja y aprovechar la coyuntura para arremeter contra la BBC, una institución detestada por la extrema derecha. Samir Shah, miembro del consejo directivo de la BBC, se apresuró a ofrecer disculpas.
La BBC se suma a los medios que han sido demandados por el factor naranja: el Chicago Tribune en 1984, la CNN en 2022, ABC y CBS en 2024, y The Wall Street Journal en 2025. La táctica intimidatoria funciona como censura ya que para evitarse procesos legales costosos y compensaciones onerosas, algunos medios prefieren omitir información crítica sobre las proezas del sapo anaranjado. Así se pretende normalizar la autocensura mundial como parte de un modelo político autoritario. Según la portavoz del sapo anaranjado, la BBC es una maquinaria de propaganda izquierdista, antisemita y demasiado liberal.
Los problemas de la BBC no comenzaron con la pataleta trasatlántica sino años atrás, cuando al jocoso Boris Johnson se le ocurrió hacer rentable una corporación que desde su origen cumple una función cuya independencia del mercado ha permitido radio y televisión que han sentado legítimamente un modelo mundial. Es una lástima que BBC sólo haya una porque el mundo sería distinto de tener cada país una corporación semejante, centrada en formar parte de los servicios públicos de los que el Estado es responsable. Boris pensaba distinto y aspiraba a transformar la corporación en una compañía determinada por el rating y sostenida por patrocinadores privados que la aprovecharían como plataforma comercial. Era tanto como convertir el sistema nacional de salud en lucrativos hospitales privados, es decir, deshacerse de instituciones que han garantizado la cultura y la salud públicas, y que son particularmente apreciadas por la ciudadanía que mediante los impuestos sufraga el gasto público.
El Telegraph y el Daily Mail atacan a la BBC acusándola de defender intereses de izquierda. Es una institución asediada cuya existencia depende de la renovación cada década del presupuesto concedido por el gobierno. La amenaza del sapo anaranjado llega en un momento crítico para la BBC, cuyos dirigentes tampoco han sabido oponer una resistencia más combativa.
Sin el financiamiento gubernamental la BBC no puede sostener una producción que incluye programas infantiles estructurados pedagógicamente, series creadas con esmero artístico, documentales que contribuyen a la educación del público, noticieros independientes, programas de radio que abarcan teatro escrito expresamente para su difusión radiofónica, noticias y un panorama musical de enorme riqueza y variedad. Su tarea nacional consiste en combatir la desinformación y trazar la línea divisoria entre la verdad y la conspiración.
El destino de la BBC está en vilo debido al auge del populismo etnonacionalista que buscará limitar la independencia editorial de la corporación y subyugarla a los intereses de la extrema derecha que según las encuestas encabeza la preferencia de los votantes. Su suerte también definirá si es posible mantener un espacio crítico de auténtica libertad de expresión o si el RU sucumbirá al virus tóxico para manipular más eficazmente la opinión pública mediante las redes sociales.
Lo que está en juego no es insignificante porque en el pantano se contemplan los medios de comunicación británicos como botín con Elon Musk llamando a la insurrección. También será la prueba de fuego del gobierno laborista en una era de desinformación y de la capacidad de negociación del primer ministro Keir Starmer.
Hace apenas cinco años la posibilidad de tener a Nigel Farage como primer ministro era una broma. Hoy es una posibilidad que, en caso de volverse realidad, entraña augurios funestos para la BBC. Habiendo perdido el continente y los socios comerciales más viables para el RU, ahora en nombre de los patriotas el líder de Reform se propone perder la BBC. Tal guerra contra la inteligencia forma parte de un proceso de autodestrucción similar a Brexit y que quizá represente otra de sus consecuencias devastadoras. En tales circunstancias vale la pena enfrentar al sapo anaranjado: el programa de Panorama no fue transmitido en el pantano aunque las ratas reclaman que lo fue a través de las redes sociales. Como allí nadie es responsable de sus contenidos, la demanda, aunque atemorizante, puede favorecer a la corporación. El huracán en cuyo centro se encuentra la BBC puede concluir manteniendo un espacio de libertad crítica o sucumbir bajo la verticalidad incontestable del autoritarismo. Tal es la disyuntiva que actualmente enfrentan los medios de información y las sociedades que se debaten entre la democracia y el pantano donde reina supremo el sapo anaranjado.