El PAN se funda en 1939, solo 10 años después de los llamados “arreglos” que pusieron fin a la Guerra Cristera. Por tanto, Acción Nacional surge como una nueva apuesta del catolicismo social que León XIII impulsó en su famosa encíclica Rerum Novarum, en 1891. Un catolicismo doblemente derrotado en México: sus poderosos movimientos sociales no pudieron construir una sociedad alterna basada en los principios católicos y su levantamiento armado, la guerra cristera, fue militarmente superado.
El PAN surge como una nueva apuesta de un partido moderno, civilista con apego a los principios de la democracia. ¿Quiénes fundaron el PAN? ¿Cuáles eran los principios que animaban la conformación de un partido conservador católico? ¿Cuál era el proyecto de país? Son dos actores, fundadores y principales pilares del partido: Manuel Gómez Morín (1877-1972) y Efraín González Luna (1898-1964)
Gómez Morín se distinguió por desarrollarse en la gestión pública en los primeros gobiernos revolucionarios. Siendo católico, sus vínculos con la iglesia fueron discretos al principio. Creador de instituciones y sistemas, contribuyó en gran medida a la construcción del México contemporáneo. Campo, Banco de México, Hacienda, sistema de ahorro y crédito, creación de leyes financieras. Fue rector de la UNAM, donde tuvo una gestión turbulenta, pero defendió la autonomía de la universidad; para ello se apoyó en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), organización confederada de la Acción Católica Mexicana (ACM), que lo apoyó durante su rectoría.
Guardó una estrecha relación con el jesuita Ramón Martínez Silva, asistente eclesiástico y promotor de la UNEC. Su relación con la Iglesia fue reservada, Alonso Lujambio señaló que “era un católico liberal no vergonzante”.
Efraín González Luna, abogado orgánicamente cercano ligado a la Iglesia, fue dirigente en Jalisco de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) creada por otro jesuita, Bernardo Bergöend, más conservador y doctrinario. En los fundadores influyeron filósofos franceses como Jacques Maritain y Emmanuel Mounier, de quienes retomaron los preceptos del personalismo católico y la dignificación del bien común, baluartes de la democracia cristiana de la posguerra. Sobre la participación política de los católicos, sostenían que debía ser fundamentada en los principios morales y éticos de la cultura católica, pero dicha militancia no debía ser confesional ni enarbolar un discurso eminentemente religioso. El político católico debía ser portador de un humanismo cristiano.
Qué lejanos están los actuales panistas de los fundadores. Hace 84 años Morín y González Luna tenían un proyecto civilista. Los actuales simulan nostalgia pero glorifican intereses oportunistas.