Los atentados del 11 de septiembre de 2001 constituyen el mayor y más mortífero ataque terrorista extranjero en suelo estadunidense. Hace 20 años el mundo se conmocionó. El caos se hizo presente, en términos políticos, militares y religiosos.
El 11 de septiembre asestó un golpe mortal al paradigma optimista de la globalización y al “fin de la historia”, exaltado en 1992 por el politólogo Francis Fukuyama, quien vio en la desaparición de la Unión Soviética el fin de la guerra fría y una señal inexorable hacia la democracia, el libre mercado y consolidación de la paz mundial.
Con los atentados a las torres gemelas, resurgen las teorías de choques civilizatorios expuestos por Samuel Huntington desde 1996. El catedrático experto en relaciones internacionales, pronosticaba que las confrontaciones en el planeta ya no se moverían solo por intereses económicos ni militares, sino culturales, el elemento central en la conformación civilizatoria es la religión.
En su libro clásico “Choque de Civilizaciones” afirma que los conflictos entre civilizaciones son inevitables, puesto que cada una cuenta con sistemas de valores, normas y creencias espirituales significativamente diferenciadas.
En el mundo posterior al 11 de septiembre fue totalmente distinto. Estados Unidos lideró una lucha mortífera contra el extremismo islamista violento, oscurantista y liberticida, con valores incompatibles con los occidentales. Sin embargo, ha estigmatizado al Islam y la cultura árabe.
Nueve días después de los ataques, el presidente George W. Bush anuncia al Congreso que Estados Unidos está participando en un nuevo tipo de guerra, una guerra contra el terror: "Esta guerra no terminará hasta que todos los grupos terroristas con el alcance global no hayan sido derrotados”, declaró el presidente republicano, cuya popularidad alcanzó entonces un increíble 90%.
En el mundo occidental ha reverdecido el nacionalismo patriotero y la proliferación de grupos de extrema derecha que proclaman la superioridad blanca, la homofobia y discriminación hacia las luchas de las minorías. Esto es, contra los derechos de las mujeres, migrantes, discapacitados y los homosexuales. El 11 de septiembre hereda la conformación de las extremas derechas y arrastra los sistemas religiosos.
A la humanidad le ha costado mucho repensar su reino y su futuro sin la tiranía de un "señor soberano" sea este intemporal o temporal. A pesar de que pueda resultar absurdo, muchas estructuras religiosas han reactivado el ideal teocrático. Lamentablemente los atentados del 11 de septiembre también han transformado la tesitura de la relación religión-civilización en el corazón de los principales conflictos del planeta.
Bernardo Barranco