Una política de austeridad es una estrategia económica que asume un gobierno, generalmente para lograr el equilibrio presupuestario mediante reducciones del gasto público y, en su caso, el aumento de impuestos. Las políticas de austeridad son consideradas por los economistas contrarias a los principios keynesianos.
Durante su campaña, AMLO destacó la lucha contra la corrupción y en el plano económico, propuso un aparato gubernamental austero. El presidente se comprometió a reducir los salarios de los altos funcionarios, incluido el suyo. El objetivo no solo fue equilibrar el déficit fiscal sino canalizar dichos ahorros a los programas sociales.
La maestra Delfina Gómez no solo reitera la narrativa de la austeridad como recurso económico. No debemos olvidar que la deuda neta del sector público se situó en 14 billones 276 mil 575.5 millones de pesos. La austeridad para la gobernadora es un recurso simbólico de política pública. La gobernadora ha prometido bajar el salario de los altos funcionarios del Edomex como gesto de rigor en el ajuste a las normas públicas, acción vinculada a la moral y la ética.
Un gobierno austero no necesariamente es un aparato ascético, rígido o puritano. Por el contrario, es un aparato de gobierno sensible y acorde a la situación que vive la mayor parte de la población. Es un gobierno sencillo, sobrio y sensible.
Para Francisco de Asís, en la edad media, la austeridad era una de los principales rasgos de la espiritualidad: la pobreza, la sencillez y el amor al prójimo fueron distintivos de su prédica que aún conserva la orden Franciscana.
La gobernadora quiere combatir la voracidad, el despilfarro, la pompa, la abundancia y las riquezas malhabidas de la tradicional clase política mexiquense. Es un parteaguas con viejas prácticas de hipocresía social, altamente nocivas en el ejercicio del poder.
Parte del debate federal con la Suprema Corte son los excesos de los magistrados. Aquí en el Edomex también deberíamos revisar los privilegios de ciertas castas enquistadas en los tribunales y en el instituto electoral. No solo hablamos de privilegios sino de decoro. Me pregunto cómo se atreven demandar incrementarse un sueldo cuando gozan de ingresos de privilegio, prestaciones portentosas y bonos que durante un proceso electoral se otorgan hasta cinco veces.
Uno de los grandes éxitos del argentino Javier Milei, el líder de la ultraderechista La Libertad Avanza, es denunciar a la clase política como una casta parasitaria. ¿Necesitaremos a un Milei mexicano para sacudir los excesos de la casta?