Hoy en día, ser empresario se ha convertido en una actividad muy recurrida. Constantemente escucho razones comunes para emprender: independencia económica, libertad de decisión, control del tiempo, estatus social, satisfacción de necesidades y aumento de ingresos.
Sin embargo, me pregunto si estas ideas reflejan la realidad. Si así fuera, ¿en qué punto me equivoqué? Desde que incursioné en la vida empresarial, he descubierto que la independencia económica depende de factores como las ventas, el pago de nómina, los gastos fijos, los proveedores y la reinversión. A menudo, la renta esperada es incierta y, en ocasiones, puede no ser suficiente para cubrir las necesidades; otras veces, los ingresos superan las expectativas debido a factores imprevistos.
La llamada libertad de decisión está influenciada por las necesidades de los clientes y otras variables. Muchas decisiones se toman bajo restricciones impuestas por los proveedores, las finanzas y el equipo de trabajo. En cuanto a la libertad de tiempo, puedo afirmar que, al menos durante los primeros cinco o seis años, tu vida gira en torno al negocio, especialmente si de él dependen tu familia y tu patrimonio.
La satisfacción de cubrir una necesidad es innegable y adictiva. No obstante, la competencia puede mejorar tu idea y obligarte a innovar constantemente, convirtiéndote en un esclavo de tu propia creatividad. En cuanto al estatus social, este suele ser el origen de un gran estrés y problemas de salud. Cuando un negocio falla, el sentimiento de fracaso y los efectos emocionales, como la depresión y el desorden, son profundos.
¿Por qué menciono esto al final? Porque, aunque uno crea una empresa para generar riqueza y satisfacer necesidades, existe un propósito más trascendental: poner la empresa al servicio de los demás.
Cuando una empresa se convierte en una plataforma que no solo produce riqueza, sino que fomenta el desarrollo humano, económico y profesional del equipo, el fracaso real deja de ser una posibilidad.
Si tus motivos para emprender son únicamente materiales, la carga será inmensa. Pero si buscas generar riqueza colectiva y crear un espacio donde tu equipo se sienta productivo y humano, entonces tu propósito se vuelve profundo y continuo.
Los empresarios arriesgamos nuestro patrimonio para que nuestras empresas sirvan a los demás mediante la creación de empleo y el desarrollo social. Nos levantamos después de caer, siempre buscando el “cómo sí”, porque esa es nuestra verdadera razón de existir.