Conforme el virus sigue avanzando ahora con más intensidad en el continente americano, la comunidad internacional se mantiene en la búsqueda de una vacuna no sólo para la parte clínica de la enfermedad, sino de la contingencia multisectorial que le sigue.
El Covid-19 representa una severa crisis sistémica en lo sanitario, lo financiero, lo económico, lo social, entre otros y cada país está tomando las medidas que considera oportunas para mitigar el impacto, sin embargo, este proceso de recuperación no está exento de costos políticos.
En fechas recientes hemos visto cómo Estados Unidos y China han comenzado una serie de acusaciones respecto al origen y manejo de la crisis desde el inicio del brote en Wuhan. Ya conocemos la forma de conducirse y hacer política del presidente Trump, en el que dominan las acusaciones xenófobas muchas veces infundadas; no obstante, cuando China está involucrado vale la pena analizarlas.
En principio es importante entender que, si bien existe una rivalidad entre ambas naciones, también es una realidad que posiblemente sean los entes nacionales más interconectados entre sí, compartiendo una serie de factores financieros, económicos, comerciales y culturales profundamente vinculantes.
Así pues, las primeras acusaciones desde occidente a principio de año se fundamentaron en la conveniencia para China de que los esfuerzos y recursos internacionales se enfocaran en tratar la pandemia para ellos así atender las necesidades comerciales que de ésta surgen.
Pero ya aprendimos que este patógeno no hace excepciones y hoy el país asiático vislumbra una desaceleración económica histórica, se estima que este año se alcanzará un crecimiento del 4.8%, su cifra más baja de las últimas tres décadas.
Hoy que somos testigos de cómo los estadounidenses sufren el rigor de no haber tomado con seriedad este padecimiento, la repartición de culpas continúa, por supuesto, muy al estilo de su gobernante.
Hace unos días, su Secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó que el servicio de inteligencia de ese país cuenta con pruebas sustanciales de que el virus pudo haber sido creado por el hombre intencionalmente o no, en laboratorios chinos.
Posteriormente, al ser cuestionado sobre el consenso médico internacional, de que el covid-19 tiene un origen zoonótico, el político se contradijo y coincidió también con esa conclusión.
Cabe destacar que, acompañado de esta afirmación, el Secretario Pompeo dijo que el gobierno chino pudo haber compartido antes información clínica que ayudara a la comunidad médica internacional a combatir el virus y sobre todo haber prevenido y notificado a tiempo del brote que rápidamente se apoderó de la ciudad de Wuhan. Además, condenó al secrecía y censura mediática en torno a este sensible tema.
Por su parte, China desestimó las acusaciones como mentira y un intento frívolo de occidente por estigmatizar a esa nación. Esto, con ese cobijo permanente de la OMS, que ya ha generado suspicacias entre los actores internacionales y que por sí sólo este tema amerita más atención. Para seguir muy de cerca.
MILITANTE PRIISTA