La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha vuelto a las primeras planas, la última vez que estuvo ahí fue por la pandemia por covid-19 y ahora, lamentablemente, el motivo no es diferente.
En la semana el director general de la Organización declaró que la viruela símica o mpox constituye una “emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII, por sus siglas en inglés), sin duda la combinación de estas palabras no solo nos remonta al pasado reciente sino que provoca incluso una serie de emociones adversas que nos hacen recordar el coronavirus”.
¿Deberíamos estar preocupados por el mpox?
Descubierta en 1958, los médicos identificaron la enfermedad como una que afecta principalmente a los monos y los casos humanos no eran muchos al registrarse solamente en la región central de África en personas en contacto con estos animales quienes presentaron como síntomas erupciones cutáneas acompañadas de fiebre, dolor de cabeza o musculares e inflamación de los ganglios linfáticos.
El problema se presenta con el aumento de casos, el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (la conocida CDC, por sus siglas en inglés), ha reportado un aumento de 160% de casos y 19% de muertes por la enfermedad, es decir, 14 mil casos y arriba de 520 muertes en lo que va de 2024 sucediendo en más de 10 países de África.
Lo que aumenta la complejidad de la situación es la mutación del virus. Desde 2022, el mpox encontró la manera de propagarse vía contacto sexual, lo que hizo que su proliferación se acelerara y ahora tener una nueva cepa (descubierta en septiembre 2023) que al parecer es más agresiva incluso por contacto rutinario.
La única vacuna que cuenta con amplia aprobación para ser usada es fabricada por un laboratorio en Dinamarca, que maneja un precio poco costeable para los países africanos y, además, no puede satisfacer la demanda mundial de una ESPII. La respuesta a la pregunta es “No (por ahora)”, la enfermedad, aunque países como Suecia y Pakistán han reportado su primer caso, está aún focalizada en África. Sin embargo, habrá que seguir muy de cerca lo que Dinamarca y la Unión Europea hagan al respecto. También, resultará muy interesante observar las reacciones políticas, como China. Esperemos también que la experiencia del pasado reciente surta efecto ante esta amenaza que apenas se va gestando y que los líderes tomen decisiones conforme a las lecciones aprendidas.