El huipil mexicano es la prenda bordada que utilizan las mujeres, una camisa larga, realizada en telares. Es una de las tradiciones prehispánicas, ya en las descripciones de la Conquista se menciona esta prenda y su compleja belleza.
La palabra huipilli es de origen náhuatl y cada región del país y de Centro América tiene sus propios estilos de huipiles y los llaman de forma distinta, pero se conoce popularmente como huipil. Las tejedoras son generalmente mujeres, aunque ya hay hombres que trabajan en telares. También hay huipiles bordados y son realizados por mujeres. Desde los tiempos prehispánicos, las mujeres realizaban la ropa para sus familias
Los huipiles mantienen una expresión legendaria e intemporal, coincidente con el geometrismo de las primeras obras griegas (siglo VIII antes de nuestra era) que ya incluían animales, seres humanos, elementos botánicos, y que desemboca en las obras del abstraccionismo geométrico de Vasarely, hasta que hoy con la reproducción digital, la continuidad se hace automática. La gran diferencia es que a pesar de la constante simétrica, el huipil aporta algo más que ni las obras digitales ni las corrientes que imitaron a Vasarely consiguieron: un lenguaje.
Más allá de ser una prenda utilitaria, es y será una prenda en la que su ornamentación tiene un contenido ceremonial y místico. Cada huipil significa algo. Su ornamentación es un lenguaje visual, que se hereda y representa a cada región y cultura. Los huipiles de Guatemala son diferentes de los de Chiapas o el Estado de México, otorgan identidad.
Dentro del entramado de un huipil están manifestados la leyenda, el ritual calendárico, los distintos planos de la existencia, la psique, la identidad de un grupo, familia e individuo. En la geometría está contenido el sentido del orden del Universo y de la relación del tiempo y el espacio. El bordado geométrico secuencial de los huipiles sabiamente retoma esa secuencia, que se hereda de generación en generación, como una descripción del ADN cultural y místico.
El huipil construye un sendero continuo entre una generación y otra, una infinita voz que se hereda, esto nos indica que su misión no es estética, la belleza y el arte son una consecuencia involuntaria, el trasfondo es el conocimiento, la propagación de la sabiduría ancestral. El huipil es un libro que se porta, que identifica y une generaciones.
El huipil se habita con figuras de animales, monos, ranas, pájaros, serpientes, flores, zopilotes, insectos, es la relación con la naturaleza y sus ciclos vitales. La visión femenina de la tierra, de las culturas lunares, está plasmada como un lienzo de la fertilidad. En su complicada realización, el huipil rescata la concentración que nos sumerge en meditación. El trabajo de planear, continuar, no equivocarse es muy similar a las Mandalas Tántricas, la inmersión en una labor artística en la que el espíritu es fin y vehículo, la belleza es parte de la ofrenda de conocerse a sí mismo.