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Los libros, a la basura

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  • Ángel Carrillo Romero

En el portal web de la Universidad del Valle de México, una de las casas de estudios superiores con más renombre en el país, reza en sus principios uno que hoy me estremece: 

"Creemos en la educación como principio transformador y como derecho de los seres humanos a crecer y desarrollarse a través de ella", me parece que este en lo particular se les olvidó en el campus 24, el de La Laguna, el que hace algunos meses cerró por falta de matrícula, dejando a su suerte a cientos de jóvenes universitarios y preparatorianos.

No obstante de esta acción, en la avenida Francisco Villa de la colonia Insurgentes de Torreón, el pasado jueves, miles de libros acabaron a las afueras de una empresa dedicada a la compra venta de material reciclable. 

Desconozco la mística de la negociación, qué motivó a la Universidad para deshacerse de libros, textos y materiales relacionados con asignaturas como psicología, marketing, gramática en inglés, política, arquitectura, ingeniería, literatura, enciclopedias enteras, alguno que otro infantil y hasta de teorías conspirativas, incluso tesis de alumnos que investigaron algún precepto para conseguir un grado académico. 

Libros que en la universidad, hoy cerrada en La Laguna, costaron hasta cinco mil pesos, hoy son rematados entre los 80 y los 200.

Todavía hoy están tirados ahí, afuera de la recicladora y cubiertos con una manta para evitar que alguien se los vaya a robar, autores de la talla de Jorge Luis Borges, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Jean Paul-Sartre, Isabel Allende, Carlos Fuentes o Juan Rulfo, mantienen sus obras tiradas en plena calle, algunos ya han visitado la empresa de reciclaje para comprar los ejemplares, tal es el caso de Gerardo Lozano, quien después de un par de horas de búsqueda, llenó dos botes repletos de libros que le costaron tres mil pesos. Gerardo es ex alumno de la UVM y llegó a ser becario de la biblioteca en el 2008, cuando hizo sus prácticas, recuerda que como la web no tenía los actuales alcances, estudiantes y docentes debían acudir a la librería de la universidad a consultar fuentes.

Varias aristas de este hallazgo: 

El primero, gracias al propietario de la recicladora que compró el lote y que tuvo la visión de vender a bajo costo los libros, en lugar de aventarlos a una máquina para reutilizar el papel, luego la Universidad del Valle de México, no pudieron llevarse los materiales a otro de los 23 campus que aún le sobreviven, qué mensaje tan poderoso enviaron a su comunidad estudiantil, en cuánto vendieron el lote de libros y por qué a una recicladora, no había una librería interesada, no pasó por la mesa de los directivos la idea de donar los ejemplares a alguna escuela que les diera un uso adecuado, en fin.

Hecho está, la estocada fue dada y dolió. Los libros, a la basura.


angel.carrillo@multimedios.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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