El martes escuché, a través de la plataforma Spotify, la entrevista que Saskia Niño de Rivera, abogada y activista social, le hizo a Héctor Eduardo Martínez Jiménez, mejor conocido como “El Bart”, el sicario a sueldo que intentó asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva.
A partir de ese martes me obligué a escuchar la charla entre la también periodista y el criminal durante varios días para poder entender exactamente qué fue lo que “El Bart” le confesó a Niño de Rivera.
Aquí le presento mis conclusiones: debo confesar que, en el minuto 20, se me heló la sangre, porque en medio de su ignorancia y sadismo, “El Bart” dio con una realidad innegable, una que nos golpea en la cara a los periodistas de México que no tenemos foco nacional:
“¿Cuántos periodistas han matado en este país y no ha pasado nada? A nadie han agarrado”, dijo con un tono despreocupado.
En ese momento, ni Saskia ni ninguno de nosotros tuvimos objeción.
Claro, aquí mismo, en la redacción del medio para el que laboro, dos personas perdieron la vida y jamás causó el impacto que se generó cuando Ciro sufrió el atentado.
Triste realidad la que enfrenta nuestro gremio, cuando hasta un “matón” logra descifrarla.
Me llama poderosamente la atención la forma en que Héctor percibe sus actos, su cosmovisión, cómo valora más la vida de su perrita "La Tacha" que la de un ser humano.
Es importantísimo también el documento periodístico que Saskia Niño de Rivera dejó para la historia: se trata de una mujer que ha sabido poner en perspectiva el término “impunidad” en nuestro país, y que además manejó con precisión el "timing" para sacar la entrevista al aire.
Porque en estos menesteres, a veces, la inmediatez y la obsesión por “ganar” la nota nos juegan en contra.
No voy a anexar ningún fragmento de la entrevista; de verdad lo invito a verla y a escucharla para que usted mismo corrobore lo que le planteo.
Escúcheme bien: tuve que oír siete u ocho veces la charla para entender la lógica de vida de “El Bart”.
Tuve que volver a escuchar, al menos 50 veces, la forma en que Héctor —hoy sentenciado a 14 años de cárcel— vio a Ciro y a sus más de 20 víctimas como objetos, como artículos inanimados y no como personas.
En fin, esa es la realidad.
Felicidades, Saskia. Y saludos a Ciro, que hoy vive en España porque no encontró una forma más segura de continuar.
angel.carrillo@multimedios.com
