Lo veía y simplemente no lo podía creer. Las imágenes eran aterradoras sí, sensibles por supuesto pero estábamos obligados a verlas.
En pleno jueves santo, en Taxco, Guerrero una enfurecida turba linchaba a tres personas que presumiblemente habrían secuestrado y asesinado a Camila, una niña de ocho años de edad que salió de su casa pero no regresó.
Todo apunta a que una pareja a bordo de un taxi sustrajo a la menor mientras iba hacia la casa de una amiguita, la madre de Camila recibió después una llamada en la que le exigían 250 mil pesos para su rescate, horas después la menor apareció muerta en un paraje de la carretera que conduce a Cuernavaca.
Familiares (principalmente) y vecinos de Camila dieron con un video en el que una pareja saca el cuerpo de la menor en una bolsa negra hacia un taxi, seguramente para dejarlo en donde horas después aparecería, de inmediato fueron a la casa de la inculpada para hacer justicia por propia mano.
Había una veintena de policías que para ese entonces se redujo a nada en comparación a la multitud que finalmente terminó por arrebatarles de las manos a los implicados, insisto, no es ético el transmitir ese tipo de imágenes, porque la línea del amarillismo es sumamente delgada y frágil, pero creo que en el caso de Guerrero, las cosas hay que llamarlas por su nombre, así, con puntos y comas.
Hoy Guerrero tiene una crisis de seguridad y hay que asumirlo, la renuncia de los Secretarios de Gobierno y Seguridad, la remoción de la Fiscal y el sobrio mensaje de Evelyn Salgado no sirvieron para maldita la cosa, solamente se trató de una simulación, las cosas nunca volverán a ser las mismas, peor, cuando el Secretario de Seguridad Ciudadana, Movilidad y Protección Civil de Taxco, Doroteo Vázquez sugirió una negligencia por parte de la madre en el cuidado de la niña.
Hoy Guerrero es un estado fallido en materia de seguridad y debemos aceptarlo, hoy Guerrero está devastado en buena parte de su estructura social, más que por Otis, hay otros fenómenos que están derrumbando al sureño estado, el crimen organizado por ejemplo y sobre todo el hambre de justicia que la sociedad reclama.
Otra vez recurro al amarillismo, una delgada y muy fina línea que hoy no es políticamente correcta, pero lo que los taxqueños hicieron el jueves (rebasar al estado y poner un alto a la situación), fue justo verlo, ¡Cabrones!
angel.carrillo@multimedios.com
