La violencia alcanza a todos en la sociedad mexicana y en especial a varios sectores como son las mujeres, la comunidad LGBT, los activistas y los periodistas, entre otros.
Esta semana se sumó el noveno periodista asesinado en México, con lo que se confirma al país como uno de los más peligrosos para ejercer este oficio de informar a la sociedad.
Luis Enrique Ramírez Ramos, un periodista prestigiado que vivía en Sinaloa, era columnista en el Debate de Culiacán y hace varios años había denunciado que “él era el que seguía”, por una serie de cuatro asesinatos que lo hacían temer por su vida. Y este fin de semana ocurrió lo que temía.
Y la larga lista crece sin que las autoridades puedan garantizar tranquilidad para la sociedad mexicana, mucho menos para estos grupos que están bajo asedio por todos lados.
Las mujeres viven con miedo, eso es obvio, la violencia las rodea y las acecha a todas horas.
Los periodistas son acosados desde el poder, y el más claro ejemplo es la conferencia mañanera del Presidente de México, donde no se cansan de exhibir las propiedades de Carlos Loret de Mola, en represalia por haber destapado el escándalo de la Casa Gris del hijo de AMLO, José Ramón López Beltrán. Algo que no ha sido desmentido ni aclarado el conflicto de interés de un proveedor de Pemex.
Los comunicadores también son hostigados desde el crimen organizado, por difundir la violenta realidad que vive México. También los activistas molestan a diferentes sectores de la sociedad, ya sean empresarios, criminales o autoridades.
¿Por qué ocurren todos estos crímenes contra las mujeres, la comunidad LGBT, los activistas o los periodistas?
Porque pueden. Porque nadie se los va a impedir, porque nadie los va a perseguir, porque vivimos en el imperio de la impunidad. Es triste pero cierto. Todos estos sectores y gremios de la sociedad están abandonados a su suerte.
Las autoridades presumen descenso en la incidencia de algunos delitos y de hasta homicidios, pero lo cierto es que nadie detiene la violencia contra las mujeres, miembros de la comunidad LBGT, activistas de cualquier causa o los periodistas.
Lo único que se hace al respecto son discursos con fuertes condenas y lamentos por el agravio de una muerte en cualquiera de estos sectores de la población, pero los criminales pueden estar tranquilos, que será muy difícil que los hagan pagar.
Andrés Amieva
andres.amieva@milenio.com