Y mientras el Congreso de Guanajuato rechazó la minuta para ampliar la presencia de las fuerzas armadas en las calles hasta 2028, el secretario de Gobernación fustiga a los gobernadores de oposición en cualquier oportunidad que tiene.
La estridencia ha ocupado la agenda de Adán Augusto López Hernández, paisano de AMLO, y entre que “los tabasqueños son más inteligentes que los norteños”, dice, y la hipocresía de los gobernadores de oposición por solicitar la presencia de las fuerzas federales en sus estados, una de las corcholatas del presidente se transforma ante la vista de todos.
El secretario de Gobernación de cualquier presidente, del pasado y hasta la actualidad, se caracteriza por ser una figura de poder que es capaz de sentarse con cualquiera de las fuerzas políticas de la escena nacional. Debe ser tan respetado, a pesar de su dureza, como para ser considerado un interlocutor válido para la oposición.
Y de alguna manera así llegó López Hernández desde tierras tabasqueñas para despachar en el Palacio de Cobián, en las calles de Bucareli, en la CdMx.
Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, gobernador de Guanajuato, ha tenido varios encuentros con Adán Augusto y sostiene una relación de respeto, con el pendiente de tratar con él el proyecto “Agua Sí para Guanajuato”.
Sin embargo, el mandatario guanajuatense fue uno de los damnificados de la espontánea incontinencia verbal del secretario de Gobernación, quien no dejó títere con cabeza.
Una cosa es segura, Adán Augusto ya alcanzó la notoriedad en estos últimos días, con la encomienda presidencial de ir a los diferentes congresos locales para promover la ampliación de la presencia militar en las calles.
Pero lo cierto es que a pesar de la presencia militar en varios municipios conflictivos, la violencia no cesa.
Existe una contradicción entre la presencia del Ejército o la Guardia Nacional en territorios que preocupan a todos por sus altos índices delictivos y su accionar. Realizan labores de patrullaje, generalmente, después de que ocurren las masacres, como la del bar El Pantano, en Irapuato, pero los homicidios continúan, porque no hay combate al crimen organizado.
Estas tareas deben de ser ejecutadas por la Federación, sin embargo la política es la de “Abrazos, no balazos”. Entonces ¿en qué quedamos? El Ejército y la Guardia en las calles, pero sólo para recorrerlas, no les pidan más.
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