Juro que lo que voy a decir es verdad. Hace varios días, mucho antes del escándalo de la imagen “gay” de Zapata, estaba navegando en Instagram y me encontré con la obra de Fabián Cháirez.
Yo no tenía el gusto de conocerlo, pero me enamoré de sus cuadros. Es más, hasta dije: tengo que posar para él.
¿Por qué? Porque el señor tiene un ojo de una profundidad crítica verdaderamente admirable y yo, como crítico que soy, no puedo dejar de rendirme ante eso.
Por lo que más quiera, busque sus pinturas. Tiene, por ejemplo, unos sacerdotes lujuriosos que combinan la belleza y el horror de una manera simple y sencillamente fantástica.
Para no hacerle el cuento largo, hasta le mandé un mensaje felicitándolo y toda la cosa. Y ahí quedó.
Luego vino todo el escándalo de su “Zapata entaconado” y exclamé: ¡Bueno, qué chiquito es el mundo! ¡Qué pasó aquí!
Le voy a decir lo que pasó: un señor particularmente sabio, de nombre Luis Vargas-Santiago, le dio al clavo al poner este cuadro en Bellas Artes y ocurrió ese milagro que solo le ocurre a los verdaderos artistas. ¡La gente lo volteó a ver!
Unos, para odiarlo. Otros, para amarlo. Dígame, por favor, si esto no es lo mejor que le puede ocurrir a un creador.
¿Ahora entiende lo orgulloso que me siento de Fabián Cháirez? No me equivoqué cuando le escribí. No me equivoqué cuando me deslumbré con sus obras. Este señor es grande y don Luis, su curador, un genio.
¿Cuál es la nota? La nota no es si se le faltó al respeto a la figura de Emiliano Zapata, si se le hizo justicia, si México es un país de machos o de homosexuales. La nota es que el arte funciona, que seguimos teniendo a grandes artistas entre nosotros.
Antes esto le pasaba a quienes se atrevían a pintar imágenes sacrílegas de Cristo o de la Virgen de Guadalupe. Después, a quienes retomaban a las grandes estrellas de la cultura pop nacional e internacional.
Ahora la pasa a los que se meten con figuras históricas, políticas y sociales. ¿Así o más claro el mensaje? ¿Así o más clara la evolución de lo que le puede mover el tapete a las mujeres y a los hombres del siglo XXI?
Esta historia es interesantísima no por los grupos que rechazan o por los “besotones”. Es sublime por la evolución de nuestra escala de valores.
Si Cháirez hubiera hecho lo mismo con una imagen religiosa, probablemente no hubiera pasado nada.
Como lo hizo con Zapata en esta época de redes sociales en donde nada le parece a nadie y en plena Cuarta Transformación, el resultado fue apoteótico.
Ahora hay que hacer un documental sobre todo lo que esto ha generado, desde los performances hasta los memes incluyendo, por supuesto, las entrevistas, las amenazas y las reflexiones.
El México posneoliberal ya está generando a sus grandes artistas como el México posrevolucionario generó a personalidades como Diego Rivera y José Clemente Orozco que, por supuesto, pasaron por situaciones muy parecidas a las que está viviendo Fabián Cháirez en este momento.
Que siga el debate, que siga la polémica, que sigan el odio y el amor. Es muy edificante que en este 2019, cuando todo parecía estar detenido por el cambio de régimen, el arte resurja de semejante manera. ¿A poco no?
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@AlvaroCueva