Valió la pena esperar una semana más por el estreno de MasterChef México.
Estos señores nos regalaron ayer, en un insólito capítulo doble, el mejor lanzamiento de todos los que ha tenido la industria de la televisión nacional en meses.
¡Y mire que si algo han tenido nuestros canales en los últimos días han sido lanzamientos!
Esto es increíble, sensacional.
¿Por qué? Porque la primera temporada de MasterChef México estuvo fabulosa e igualar aquello parecía poco menos que imposible.
Los responsables de este reality show no solo lo igualaron, lo superaron.
Sí, como lo está leyendo. Superaron su reparto, sus contenidos, sus resultados y su producción.
¿Cuál es la nota? Que todavía hay esperanza en este negocio en donde parecía que todo estaba perdido y que esa esperanza no viene del cambio, viene de tres puntos: el respeto, el dar oportunidades y la honestidad.
Todo sería diferente en la industria de la televisión mexicana si tuviéramos más respeto, si se dieran más oportunidades y si hubiera más honestidad.
¿A qué me refiero cuando le hablo de respeto? A la forma como esta gente se apegó a los lineamientos de MasterChef.
Hubiera sido muy fácil adaptarlos como hacen otros, y no lo hicieron. Obedecieron las reglas. ¡Bien!
Y ya que estamos hablando de respeto, quiero destacar otras cuestiones para que usted entienda la grandeza de este espectáculo.
En MasterChef México existe un profundo respeto por todas las personas que están participando en su producción.
Desde los concursantes hasta la conductora, pasando por quien usted quiera, guste y mande.
Fíjese bien: nadie está haciendo el ridículo y a nadie se le está exponiendo o se le está explotando para efectos de rating fácil.
Por si esto no fuera suficiente, hay un admirable respeto hacia el público y los anunciantes.
Cero groserías, nada de violencia. Todo es digno, ético, familiar. Por tanto, ideal para efectos de comercialización e influencia. ¡Bravo!
Pero volviendo a los puntos que le mencioné hace rato, ¿qué le trato de decir cuando le digo que este reality show da oportunidades?
Que a diferencia de otros conceptos que solo explotan el morbo, éste en verdad le cambia la vida a quienes participan en él.
De eso se deben de tratar los reality shows, de ayudar a los demás, de recordarle a las audiencias que los medios son buenos.
¿Qué otro programa de los que tenemos en este momento al aire puede presumir de cambiar vidas? ¿Ahora entiende la maravilla de concepto que es MasterChef México?
Hablemos de honestidad. ¿Por qué hago énfasis en esa palabra?
Porque a pesar de todas las envidias que una joya de este tamaño es capaz de generar, MasterChef México es transparente.
Esos hombres y mujeres que están encerrados en esa cocina son personas de verdad, hombres y mujeres en los que se puede confiar, en los que se puede creer.
Y tanto los mecanismos de selección como las dinámicas de participación están más que certificadas.
Aquí no hay de que las reglas cambian, de que esta chica se queda por bonita o voy a fingir un conflicto para llamar la atención.
MasterChef México es un milagro. Además, ninguno de los cocineros que está participando ahora se parece a los que vimos en la temporada uno.
Por tanto, no es pan con lo mismo. Ayer vimos algo que, sin dejar de apegarse a las reglas de ese formato, fue nuevo, distinto, sorprendente.
Yo pensé que anoche, por ejemplo, se iban a quedar ciertas personas, pero no, se quedaron otras y eso estuvo fantástico. ¿A poco no?
¿Y qué me dice de los jueces? Amo a Betty Vázquez, a Benito Molina y a Adrián Herrera porque sin dejar de ser chefs con credibilidad, hacen contacto con el público, juegan con nuestras emociones y nos enseñan cosas.
No sé usted, pero ya no cocino como antes, ya no emplato como en otros tiempos.
¿Y todo por qué? Porque lo aprendí de ellos como aprendí a adorar nuestra grandiosa cocina mexicana.
Para mí, una tortilla ya no es solo una tortilla. Es una obra de arte, una pieza histórica, un manjar: México entero hecho maíz.
¡Gracias por esto, señores! Y gracias también a Anette Michel por ser la cómplice perfecta, la digna representante de un nuevo tipo de presentadora capaz de involucrarse y de involucrarnos.
Mire, para no hacerle el cuento largo, aquí está todo lo que estábamos esperando en materia de televisión abierta y que media humanidad jura y perjura que lo va a conseguir inventando quién sabe cuántas cosas.
Desde el empoderamiento de la mujer hasta grandes historias de superación personal pasando por los más altos valores humanos.
MasterChef México es una combinación perfecta de ideas y emociones, un producto calidad de exportación que une a ricos y pobres, a gente del campo con gente de la ciudad, a jóvenes y viejos. ¡A todos!
Luche por verlo todos los domingos en Azteca 13. Le va a encantar.
alvaro.cueva@milenio.com