Regresé de Japón enamorado del Miraikan. Es un espacio que no mencionan los influencers, que no aparece en las guías turísticas pero que tiene que ser una visita obligada para todas y todos los que visitamos el país del sol naciente.
Nosotros, en México, cuando pensamos en museos casi siempre pensamos en historia, en arte. Tal vez en algún tema específico como la ropa, la caricatura o el chocolate.
El Miraikan es el Museo Nacional de las Ciencias Emergentes y de la Innovación de Japón.
Miraikan significa, literalmente, futuro. Para no hacerle el cuento largo, el Miraikan es el museo del futuro. ¡Para que entienda la grandeza del pueblo japonés!
Ellas y ellos no sólo viven en el futuro. ¡Tienen un museo dedicado al futuro!
¡Cómo le explico lo grandioso que es recorrer ese edificio de siete pisos ubicado en Tokio!
Pero, además, es el museo perfecto para conocer en familia. Las niñas y los niños, que van que vuelan hacia el futuro, son las y los que más agradecen cuando van ahí.
No voy a hacer lo que haría cualquier cibernauta. No la voy a aturdir, no lo voy a aturdir, platicándole el museo. Le voy a dar la información periodística.
Para que entienda el nivel: la directora del museo del futuro de Japón es una mujer. No sólo es una mujer, es una adulta mayor. No sólo es una mujer, no sólo es una persona mayor. Es una invidente.
¿Cuántas mujeres adultas mayores invidentes conoce usted que dirijan un museo de este lado del mundo?
Pero, atención, la señora no está ahí cubriendo una cuota de inclusión. Está ahí porque es una genio.
¿Me creería si le dijera que la directora del Miraikan inventó un robot guía para las personas invidentes?
Es como una maleta con rueditas pero como sacada de una película de ciencia ficción. Tuve el privilegio de usarla y sigo sin creer lo que viví.
La “maleta” me llevaba por todos lados cuidándome, orientándome, diciéndome qué hacer y qué estaba frente a mí para que pudiera gozar del museo con los ojos cerrados. ¡Asombroso!
Y ya que estamos en robot, no hay manera de ir a ese museo y de no maravillarse con los robots. Hay robots de animales. Hay robots para jugar.
Pero el que más me emocionó fue el robot cuidador de personas adultas mayores que ya se está probando y que forma parte de la exhibición “camino a la vejez”.
Sí, las japonesas y los japoneses no sólo honran a sus personas adultas mayores, las toman en cuenta cuando hablan del futuro, piensan en ellas cuando piensan en el futuro. ¿Así o más respetuosos?
“Camino a la vejez” es una experiencia inmersiva que le enseña a la gente cómo es ser una adulta mayor, un adulto mayor.
Pero cuando le digo cómo es, créame, es cómo es: cruzamos la calle como cruza la calle una anciana, miramos como mira un anciano. ¡Es tremendo! Porque sólo así empatizamos. Porque sólo así entendemos. Porque sólo así aportamos. ¡Gracias!
Ni le cuento de la parte del espacio exterior, del cambio climático ni de las cosas que no vemos pero que sí están en el universo porque entonces sí no voy a acabar nunca.
El Miraikan no sólo fue una de las sorpresas más grandes de mi viaje a Japón. Ha sido una de las sorpresas más grandes de mi vida.
No se parece a ningún “planetario”, a ningún “museo de historia natural” ni a ningún otro museo que yo haya visitado antes. Es un parteaguas en la historia de la educación, el disfrute y la reflexión.
Cuando vaya a Japón, luche por visitarlo bien. Mientras, la invito, lo invito, a conocer su página en internet perfectamente bien traducida al inglés. Le va a gustar. De veras que sí.