Espectáculos

Hiroshima y México

¿En qué piensa usted cuando piensa en Hiroshima? Seguramente en lo que nos enseñaron en la escuela.

Por favor, permítame contarle un poco de lo mucho que aprendí visitando este lugar. Yo sé que le va a gustar. Yo sé que cambiará su vida.

Hiroshima no es sólo una ciudad. Es una prefectura. Algo así como nuestros estados. ¡Y no sabe usted qué belleza de estado!

Todo es verde, precioso. Con unas islas bellísimas como Miyajima, con santuarios, aguas termales.

Su gente es la más amable. Sus productos locales, exquisitos. Sus limones son particularmente famosos. Sus ostras, deliciosas.

La ciudad de Hiroshima está llena de ríos. Por lo mismo, en su suelo es imposible la construcción de un metro. Pero no se preocupe, hay una red de tranvías francamente espectacular que conecta con el tren bala y de ahí, con todo Japón.

¿Por qué le estoy contando esto? Porque a lo mejor usted no lo sabe, pero en Hiroshima aman a las mexicanas, aman a los mexicanos.

Y es por muchas razones. Primero, porque nuestro país tiene una posición muy clara sobre temas que para ellas, que para ellos, son fundamentales como la paz y el rechazo a las armas nucleares.

Y segundo, porque somos hermanas, somos hermanos. Ojo: no es una apreciación personal. Es un hecho.

Mazda está en Hiroshima. Mazda está en Guanajuato. La planta de Mazda en México es un éxito a nivel mundial, un orgullo de Japón que ha permitido un intercambio comercial y cultural de lo más importante.

Ya hay varias generaciones de mexicano-japoneses, de japoneses-mexicanos, que comenzaron ahí. Y en Hiroshima nos tienen muy presentes. Hay cariño. Hay respeto.

Para no hacerle el cuento largo, cuando uno va a Hiroshima y dice que es mexicana, que es mexicano, se siente algo muy bonito.

Hace poco, en octubre, se inauguró un mural de México en el aeropuerto de Hiroshima.

Esto a lo mejor no le dice mucho a usted que, como yo, está acostumbrada, está acostumbrado, a nuestros murales.

Pero el muralismo es muy raro en Japón y el mural mexicano del que le estoy hablando no está escondido entre las tiendas, como suele ocurrir en otras partes.

Nuestro magnífico mural, una obra divina de Adry del Rocío y de Carlos Alberto GH, está en la mera, mera, fachada del aeropuerto de Hiroshima.

Lo primero que uno ve cuando llega o cuando se va de ese aeropuerto, es la hermandad de México con Japón a través de unas imágenes muy lindas de niñas, niños, personalidades históricas y muchos, muchísimos símbolos. ¿En qué otra parte del mundo podemos ver algo así?

No, pero espérese. Todavía no le digo lo más fuerte: tuve el honor de charlar con una sobreviviente de la bomba atómica, con una señora generosísima de 94 años.

Con todo el respeto del que puedo ser capaz le tengo que decir algo: sabemos muy poco de lo que sucedió ahí hace 80 años.

Ahora que el fantasma de las armas nucleares reaparece en diferentes partes del mundo, urge recordar Hiroshima, informarse sobre Hiroshima, aprender sobre Hiroshima.

Esto no es una película o una serie. Esto fue real, es real, la más grande lección de paz de la historia universal. Así: de ese tamaño.

Todos los seres humanos deberíamos ir, al menos una vez en la vida, a Hiroshima, a esa Hiroshima, a la Hiroshima de la bomba atómica.

La visita consta de varios puntos: el museo, el parque y la cúpula. Todo se puede hacer en un solo día.

El museo, que cada mañana recibe un promedio de 10 mil visitantes, es una experiencia increíblemente potente.

No piense en los lugares comunes. Piense en personas como usted, como sus hijas, como sus hijos.

La curaduría es finísima, mucho muy clara y amigable lo mismo para niñas y niños que para adultos mayores y personas con discapacidad.

El parque está lleno de puntos fundamentales, de espacios que mandan mensajes. No hay manera de estar ahí y de no aprender, de no crecer, de no sensibilizarse.

Le coloqué una ofrenda a las víctimas de la bomba atómica en el cenotafio (monumento funerario) y todavía no puedo asimilar todo lo que sentí.

Confieso que me puse muy nervioso. ¡Y cómo no! Demasiado dolor. Demasiadas ideas. Demasiadas imágenes.

Cuando llegué al domo, ese edificio en ruinas que siempre nos ponen para ilustrar Hiroshima, pasó algo que me quebró.

No me pregunte por qué, pero en cuanto me acerqué a él comenzó a sonar la música de saxofón más triste que usted se pueda imaginar.

Una persona. Tal vez un turista. De manera espontánea. Se puso a tocar. Pero fue como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. Más dolor aún. Más reflexión aún. Tremendo.

Es en este punto donde yo le tengo una tarea. Necesito su ayuda. Es en serio.

Tuve un encuentro con la gente del Instituto de la Paz de la Universidad de la Ciudad de Hiroshima.

¿Sabía usted que a México llegaron al menos tres sobrevivientes de la bomba atómica?

Las están buscando. Los están buscando. ¿Sabe usted de ellas? ¿Sabe usted de ellos? ¿Las conoce? ¿Los conoce? ¿Todavía viven? ¿Son sus familiares?

Por favor mándeme un mensaje directo a mi cuenta de Instagram (@alvarocuevatv). Necesitamos recuperar sus memorias. Necesitamos contar sus historias. Por el bien de la humanidad. ¡Gracias!


Google news logo
Síguenos en
Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.