“Black Mirror” siempre ha sido buena, pero hoy, es “mejor”. ¿Por qué? Porque el algoritmo está de acuerdo y le está haciendo creer a las multitudes que lo que se acaba de estrenar en Netflix es lo máximo de este programa unitario.

Tan es así que, en lugar de llamarlo programa unitario, lo llama serie antológica para subirlo de categoría, para transformarlo en algo superior y alimentar la vanidad de las audiencias.
¿Cuál es la verdad? Primero que sí, que la séptima temporada de esta obra de arte, que llegó hace poco a Netflix, es grandiosa.
Y segundo, que sus ejecutivos responsables fueron muy sabios. Como que se preguntaron: ¿cuáles han sido los capítulos que más le han gustado a la gente desde que comenzó esto?
No, no los volvieron a hacer, pero a partir de ellos, profundizaron. El resultado es como un “remake” pero tan elegante, tan bien hecho, que no hay manera de que el público sienta que está viendo lo mismo, pero es lo mismo.
Si usted, como yo, ama esta propuesta desde que no había manera legal de verla en México, en 2011, coincidirá en que podemos trazar una línea entre los nuevos episodios y mucho de lo que hemos gozado en estos 14 años.
De hecho, el final de temporada es un homenaje a los fans de “Black Mirror” y de todos los contenidos de este tipo que se han hecho para televisión y “streaming” desde los orígenes de la industria.
Usted, sea feliz. Goce con este prodigioso programa unitario. Mi sugerencia es que lo haga a un ritmo de un capítulo por día para que pueda asimilar tantas ideas, tantas emociones.
“Black Mirror” fue, es y siempre será maravillosa. ¿A poco no?
VALENTÍA
Se acaba de terminar de transmitir en el canal Capital 21 la primera temporada de “¿Dónde vamos a vivir?”, una de las series periodísticas más valientes, creativas, oportunas, necesarias y polémicas de los últimos años.
Son sólo seis episodios de menos de media hora que denuncian lo que está pasando con la vivienda en la Ciudad de México.
Desde la gentrificación y el odio a los extranjeros hasta la epidemia de edificios abandonados y el por qué las nuevas generaciones ya no se pueden comprar una casa pasando por el escándalo de la torre Mítikah y más, mucho más.
¿Cuál es la nota? Que estos genios de los medios públicos, sin los grandes presupuestos de los canales privados, pudieron hacer un producto al nivel de las plataformas internacionales.
Obviamente se están echando encima a mil y un instancias porque están afectando cualquier cantidad de intereses. Por lo mismo: mis respetos.
“¿Dónde vamos a vivir?”, parte del gobierno de Clara Brugada, parte de las inquietudes del gobierno de la Ciudad de México, pero también de lo que está planteando nuestra presidenta.
Tendría que ser un material obligado en medios públicos a nivel nacional porque aplica para todo el país.
A mí lo que me duele es que sólo hayan sido seis capítulos perdidos en la inmensidad del cerco informativo, del “atascadero” de cosas para ver y de la ausencia de publicidad. Así no se puede competir.
Luche por ver “¿Dónde vamos a vivir?” de Capital 21. Ya se terminó de transmitir pero seguramente habrá repeticiones y queda, gratis, en YouTube. Le va a gustar y le va a abrir los ojos. De veras que sí.