Una democracia sin participación ciudadana no es democracia y una reforma electoral sin la voz de la ciudadanía, no es legítima. Por ello, se debe reconocer la apertura del Congreso de Hidalgo para discutir los temas torales del sistema político, a la sociedad interesada en los asuntos públicos, en específico el foro realizado en días pasados para que la sociedad civil presentara sus propuestas de reforma electoral en el estado. Siendo una demanda constante de la ciudadanía, la reducción del excesivo gasto electoral, que incluye el destinado hacia los partidos políticos.
No podemos tener organismos electorales, ni institutos políticos de primera y una democracia de segunda. Y me refiero a la falta de democracia partidaria, como es la ausencia de elecciones primarias, así como la elección de los ayuntamientos por planilla, que sólo genera una antidemocrática sobre-representación, es decir, quien gana, tiene garantizado el control del cabildo, nulificando cualquier esquema de contrapesos y división de poder. Por ello, el mayor error de una partido en estos momentos sería proponer el aumento de los recursos públicos. Y si bien, aún falta conocer qué pasará con la reforma electoral a nivel federal, Hidalgo puede dar pasos importantes para institucionalizar la democracia en la entidad.
El primer punto será establecer el empate electoral, tener elecciones prácticamente cada año, sólo genera un gasto económico, aunado al desgaste político y social. Segundo punto, disminuir el financiamiento público a los partidos y reducir al máximo el gasto electoral. Tercero, democracia partidaria, que la militancia de cada partido elija a sus dirigentes, a sus candidaturas, y participe en la construcción de la agenda.
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