Uno de los sectores que requieren mayor atención para fortalecer nuestra democracia, son las juventudes. Porque la confianza generada o construida puede favorecer su participación en acciones políticas, siendo un paso importante el ejercicio del derecho al voto, como lo mencionan algunos estudios como el libro denominado “La confianza y la participación de la juventud en la democracia” publicada por el INE, en el cual se indaga sobre la confianza entre este grupo poblacional, hacia las instituciones públicas.
Por ello es importante conocer los niveles de confianza que puede existir entre las personas, porque de ahí se deriva la capacidad y/o voluntad de emprender acciones colectivas o individuales que busquen incidir, modificar o transformar el espacio público.
Eso qué significa, que entre mayor nivel de confianza se tenga entre la ciudadanía joven y las instituciones políticas, hay mayor probabilidad de que se organicen para realizar acciones tendientes a mejorar su espacio público.
Para comprender lo anterior, primero debemos mencionar que algunos autores o sectores de la población hablan de un desencanto con la democracia, lo cual nos obliga invariablemente a entender el concepto de democracia que más allá del Demos pueblo Kratos poder, lo vamos a entender en un concepto de la democracia moderna liberal, como aquella forma de gobierno en la cual la sociedad decide que nos va a gobernar o representar a través de procesos organizados y pacíficos, es decir a través del voto, y que este a demás sea libre informado y razonado.
Sin embargo, aún nos falta mucho como sociedad para fortalecer la cultura política y entender que se requiere en un primer momento la participación electoral para alcanzar nuestra democracia representativa, pero que requerimos involucrarnos activa y permanentemente para impulsar la democracia participativa.
Y gradualmente clarificar las expectativas muy altas que tenemos desde la transición democrática, porque al no tener claro los alcances de la democracia como forma de gobierno, se genera justamente esa desafección o ese denominado desencanto.
Citar al célebre Adam Przeworski, quien atinadamente nos decía que la democracia no produce riqueza, ni desarrollo, ni generan igualdad en las sociedades donde existen grandes desequilibrios en la distribución del conocimiento de las capacidades productivas (hay problemas estructurales como la pobreza), sólo ofrece mayor oportunidad de ejercer la libertad de expresión y alcanzar mejores condiciones de vida a través de la organización de la ciudadanía.
Es decir, nuestras democracias son dinámicas e inestables, pero permite que algunas instituciones de gobierno funcionen mejor, esto como resultado de las exigencias de la ciudadanía, lo que significa que las diversas formas de participación permiten a la población tener ciertos controles sobre las decisiones que toma la clase política.
Por eso debemos entender la importancia del tipo de democracia al que aspiramos, y la que estamos construyendo. Para tener claro los alcances y las expectativas que se pueda generar, de lo contrario no lograremos favorecer la confianza entre las y los jóvenes, la ciudadanía en general hacia las instituciones públicas.