Decenas de políticos o pseudopolíticos, algunos que hasta fueron dirigentes de partido o aspiraban a ello, han renunciado, para ser reclutados (como si fuera draft de fútbol), por otras fuerzas políticas, algunos han creado sus propias plataformas, nomás para mantenerse cerca del poder, porque éstas personas, aquellas que solamente tienen aspiraciones personales o de grupo (algunos han creado asociaciones civiles, descarados), degradan la política.
Quienes han renunciado a sus partidos (previo a un proceso electoral), lo hacen porque no tienen expectativas de triunfo, ni siquiera de obtener una candidatura dentro de sus partidos, lo que muestra que en México como en Hidalgo, los partidos no son realmente partidos políticos, es decir un grupo de personas reunidas para alcanzar objetivos comunes, sino que lo que tenemos son facciones, o mejor dicho un grupo de personas que solamente tienen aspiraciones personales o de grupo y aspiran al poder político, ya que fuera de él no se hallan, por su incapacidad moral, política e ideológica.
Pero hoy, todas esas personas vacías de ideología, pero ávidas de poder nos enseñan algo, en México; los partidos no representan a una parte de la sociedad, sólo son vehículos que permiten a unos cuantos llegar al poder y mantenerse en él, con el objetivo de obtener riquezas y obediencia, que equivocados están de lo que es la política y lo que significa incidir y transformar lo público.
Aquellos que hoy renuncian a sus partidos para llegar a otro en pleno proceso electoral, solamente son el reflejo de una frase, los partidos políticos en México no tienen ideología, tienen intereses, y por ello no deben ser considerados ni por los partidos, ni por la ciudadanía.
Posdata: sin duda alguna en éste proceso electoral, o se perfilan nuevos liderazgos (sobre todo jóvenes), o perecerán en el intento (sobre todo aquellos partidos de “nueva creación” (ya que son los mismos de siempre).
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