Esta es la generación del desencanto. Desde hace tiempo he intentado explicar, partiendo del pensamiento crítico, el desencanto de una generación a la que se le han negado el futuro, la posibilidad de una vida decorosa y el derecho a vivir en paz.
Pienso que esa generación está relacionada con el tránsito milenario y con el hecho de haber tenido una infancia análoga que se fue tecnologizando a la par del mundo: una generación que se comunicó por teléfono casa a casa y que vivió la evolución de Internet desde sus precarios 54 kbps… y que fue testigo e incorporó en sus rutinas los celulares que muy pronto se volvieron inteligentes y omnipresentes.
Esa generación, producto de revoluciones fracasadas fincadas en el esfuerzo del trabajo y la educación, se encontró, de pronto, enfrentada a un sistema insuficiente por ineficaz, que beneficiaba sólo a un puñado de gente conectada en cierto grado con el poder y sin demasiado espacio para las disidencias intelectuales.
Y es una generación desencantada porque si en el pasado las fórmulas del trabajo primero y del estudio después funcionaron para generaciones que lograron exitosamente la movilidad social, a ésta le tocó la oscura etapa en la que ni uno ni otro sirven para gran cosa. Lo que había que hacer era conectarse con el poder y ya: el grado académico ha sido sustituido por el grado de cercanía con el sistema.
Además esta generación llegó muy pronto para el festín económico de las start-ups, la monetización de contenidos y el cripto, y muy tarde para el afianzamiento en trabajos estables que garantizaran un futuro con la incertidumbre desterrada.
Sometida a violencias económicas, militares, policiales y a esas producto de la institucionalización del crimen organizado, esta generación se vio cercada muy pronto y obligada a ceder sus sueños a una realidad en la que más vale insertarse en el engranaje del poder, que dejarse vencer por la ambición del sueño de la realización personal por cuenta propia.
Supongo que, al final, hay algo admirable en la digna aceptación generacional del desencanto y en la búsqueda de la felicidad a pesar de todo.